Cada día tiene otro amanecer, atardecer y anochecer. Hay cosas que cambian, pero muchas siguen intactas.
Existen en la cotidianidad las rutinas de vida, las productivas, sin embargo, cada jornada implica más de lo que hacemos en 24 horas.
Me lo pensé mucho, varias veces, antes de sentarme a la PC a plasmar mis criterios en torno a lo complicado del existir diario. ¿Por qué? Pues porque me sobrepasan experiencias y preocupaciones acerca del quehacer cotidiano que, en el caso de Cuba, mi Patria, es por estos tiempos duro, durísimo.
Los cubanos sabemos lo que es vivir y tratar de sobrevivir en el presente contexto nacional, cuajado de penurias por doquier.
Convivimos en un país sitiado, por un recrudecido bloqueo de Estados Unidos -data de más de 60 años- y bajo el cual ha vivido toda su existencia más del 80 por ciento de la población. Cifra bien ilustrativa sobre lo extendido en el tiempo y en alcance de este cerco y cómo ha dejado huellas en la piel de muchos.
La inmensa mayoría llevamos esa marca, solo que en medio de las restricciones actuales se piensa mucho más en los pequeños y los de la tercera edad, los más vulnerables.
Mis coterráneos enfrentan obstáculos para encontrar y comprar los alimentos, en una oferta limitada; cubrir sus elevados costos y luego encarar la cocina, en la cual se hacen malabares desde que tengo memoria. A esto se ha sumado últimamente la falta del servicio de las balitas de gas. A los que tenían uno, dos y hasta tres cilindros se les vaciaron como la lógica indica por el periodo transcurrido.
Hay quienes las adquirieron por última vez en diciembre, enero o febrero. Hasta que a mediados del presente mes hay esperanza de que retorne el preciado medio de cocción.
El viernes 16 pasado, Granma se hizo eco de una información suministrada al Noticiero Nacional de Televisión por la Unión Cuba Petróleo.
En síntesis, trasciende la llegada a aguas nacionales de los buques con GLP importado. Entonces, “una vez que se complete el pago de los fondos y se proceda a la descarga, se pretende, en 48 horas, reanudar la distribución en todo el país, lo cual se realizará en moneda nacional, como está establecido”.
Con su característica resistencia creativa, la población se vio precisada primero a emigrar del todo hacia los equipos eléctricos, y también como paliativo al carbón, cuyo precio se ha disparado por el incremento de su uso.
Aunque de manera generalizada el empleo de la corriente siempre que la haya, cuya programación semanal de apagones es pública y de dominio colectivo. Solo que, en ocasiones, por imprevistos cada vez más frecuentes, se alargan en un mismo horario o en otros del mismo día.
Tal alternativa ha constituido un extra en los pagos personales de la factura eléctrica y a la vez negativa contribución al gasto de combustibles, con sobradas limitaciones al adquirirlo dados los precios y la tenaz persecución de la Casa Blanca. Hay quienes ya poseen plantas y paneles solares, pero tales soluciones no están al alcance de la mayoría.
Es una cadena de muchos eslabones
Resulta muy difícil abstraerse de la adversidad que nos rodea y que implica otras ausencias como la del agua, el transporte, la muy demorada recogida de la basura con el consecuente impacto en el ornato ambiental y la salud humana; el déficit de los medicamentos, que ahora ya no se distribuyen una vez al mes.
Con esos temas, todos muy sensibles, lidiamos minuto a minuto al interior de los hogares, cuyos horarios variaron a la hora de preparar la comida y trabajar a distancia, por solo mencionar dos casos.
Familiares, amigos y vecinos solo hablan de esto cuando se tropiezan, o se comunican por los teléfonos fijos o móviles. Son preocupaciones latentes en todo momento y provocan continuos dolores de cabeza (y no precisamente porque duela), la elevación del nivel del estrés, la aparición de la ansiedad, el insomnio y el mal carácter, acelerado este por el calor infernal que ya nos acompaña.
No es objetivo en este material periodístico comentar sobre una relación de lamentaciones, sino un recuento del retador acontecer diario en Cuba, causado fundamentalmente por la guerra económica, comercial y financiera genocida de la Casa Blanca, encaminada a asfixiar a la nación que optó por su libre determinación y ello le ha merecido la condena a tantas privaciones e injusticias.
Sí, injusticias, pues pese a tantas ejemplarizantes muestras de resiliencia frente a los ojos del mundo, Washington la ha retornado también recientemente a la lista de países que no cooperan completamente con los esfuerzos antiterroristas de EE.UU.; antes fue a su vez reinsertada en el listado de aquellos que supuestamente patrocinan el terrorismo, tras el regreso de Donald Trump a la presidencia.
Las tensiones, las presiones y las soluciones forman parte del arsenal de experticias de este pueblo, calificado con justeza de heroico y merecedor de un monumento. Hay que tener sensibilidad y hallar las posibles salidas a cada tropiezo que surja en el camino.
Esta comunión de factores negativos constituye la suma de la cotidianidad del cubano de hoy. Un duro bregar, que se resiste, pero se siente.