Por Luz María Martínez Zelada|Fotos: Arelys María Echevarría
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19 Julio 2019

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      La pasión por la educación especial se escapa en cada frase de Marisel Carpio Jiménez, cuando habla de “sus niños” como si fueran hijos propios, la satisfacción infinita ante cada pequeña luz del conocimiento que enciende en sus alumnos, privados de la audición o de la vista.
       Muy joven se graduó de profesora de español-literatura y ama al magisterio, pero si volviera a nacer estudiaría defectología para estar cerca de la enseñanza con estudiantes con necesidades educativas especiales, desde el principio de su vida laboral.
       Una mujer de mediana estatura, que se eleva sobre su  talla cuando transmite el orgullo por tener a compañeras laborales que fueron sus alumnas y  de otros que salieron del salón de clases hacia la validez social.
       Marisel , de  58 años, está al frente del aula de quinto grado en la escuela especial Fructuoso Rodríguez, para pequeños con dificultades auditivas y visuales en Villa Clara adonde llegó, casi por casualidad.

    De la Educación General a la Especial

        Trabajaba en la escuela secundaria básica Fe del Valle, de Santa Clara, y le dijeron  que los alumnos de séptimo a noveno grados de la escuela de la educación especial no tenían profesor para la asignatura que impartía.
       “Llegué a la "Fructuoso Rodríguez" sin mucha convicción de resolver el problema, porque desconocía la lengua de señas, pero al ver a los adolescentes sin educador, me decidí, y ya llevo 23 años con ellos”.
       Fue entonces que comenzó un difícil período que llevó a la creación de un diccionario con señas pintadas a mano porque en esa época no había computadoras en la institución educacional.
       Cecilia Valdés, Don Quijote de la Mancha y Espejo de Paciencia, entre otras obras imprescindibles de larga extensión se hicieron asequibles para los hipoacúsicos, afirmó.

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     “Si se trabaja con estudiantes de la enseñanza general reconforta ver los resultados pero cuando lo hacemos con mis niños, de la especial, es la gloria lo que se siente, por ver su preparación hacia la secundaria.”
       Problemas de salud- una úlcera sangrante-, no le impidieron alcanzar una maestría, tiene el reconocimiento, Mano de Cristal, el único entregado en Villa Clara  por la Asociación  Nacional del Sordo.
       Participó en Pedagogía 2019, donde  fue distinguida como la mejor investigadora del territorio  villaclareño.
       La necesidad de contar con herramientas que garanticen la mejor comprensión del mensaje docente-educativo, llevó  a la creación pedagógica, con resultados tangibles en los alumnos.

 

En busca del relevo

       Marisel rebosa de orgullo ante los resultados de la joven hipoacúsica Leidy Laura González González, mejor graduada integral de la Escuela Pedagógica Manuel Ascunce Domenech, este curso, en la especialidad de educación especial, de la cual fue tutora en su trabajo de grado.
       Se siente satisfecha por el accionar de quien fuera su pupila, ante un aula de alumnos sordos, donde mostró su pericia.
        Esta mujer laboriosa y pertinaz en lo que ama, desarrolla una amplia labor vocacional en secundarias básicas de la ciudad, para enamorar a adolescentes en la difícil tarea de enseñar a infantes con necesidades educativas especiales.
       La maestra de la "Fructuoso Rodríguez" tiene un hijo, enfermero de terapia intensiva del hospital infantil, al que adora, pero como la capacidad de amar es ilimitada, de igual manera  se siente con sus niños del aula y ellos le devuelven cariño y respeto  para completar su  felicidad.