El sudor escrito está en colores

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ACN - Cuba
Bárbara Vasallo | Foto: Estudios Revolución
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14 Febrero 2024

Tin Cremata  lo cuenta como si otra vez lo viviera. Fue el encuentro de La Colmenita con Fidel en el año 1996, durante la clausura del Segundo Congreso de los Pioneros en Cuba:

   “La Colmenita había preparado una función en la que un coro gigante de más de 40 niños sordomudos, cantaban la canción de Rosa Campo que dice: Aunque el mundo cambie de color, yo estoy aquí, contigo; y lo señalaban. La interpretación era en lengua de señas, pero como el Comandante estaba en la primera fila, podía escuchar la polifonía de sonidos guturales de aquellos pequeños.

   “Su ayudante de entonces me confesó que vio a Fidel con los ojos humedecidos, muy tocado. Y esa, yo creo que fue de las razones por la que después, cuando los niños bajan al final y lo besan, y le llenan la cara de manchas naranjas, azules, blancas, rojas (porque estaban muy maquillados) y Vilma Espín le alcanza un pañuelo para que se limpie el rostro, él replicó riendo: ¡Qué va, nadie me toca la cara hasta que llegue a mi casa y me vea en un espejo, porque quiero ver cómo me veo maquillado!, e inmediatamente le dijo a todos los niños: ¡Gracias, porque ustedes me han regalado el sudor de su juego, en colores, y me lo llevo en mi cara para mi casa!”

   Anécdotas llenas de amor y sensibilidad contó Carlos Alberto Cremata Malberti durante la presentación del libro La Colmenita ¡Mi Vida!, publicado por la editorial Ocean Sur y presentado recientemente en La Habana, a propósito de los 34 años de fundada la agrupación, el 14 de febrero de 1990.

   Como en un juego, lleno de sabiduría y enseñanzas, Tin condujo el espectáculo de presentación, y los propios niños integrantes actuales y otros protagonistas que pasaron por escenarios, ensayos y giras internacionales, y que hoy ejercen una profesión en disímiles esferas de la sociedad, preguntaron y conversaron de la historia de La Colmenita.

   Con un abecedario propio donde resaltan valores que van desde: Hacer el bien todos los días, de manera consciente, hacer muchos amigos y ser agradecidos, amar a Cuba como a mi familia, leer de verdad a Martí y muchos libros, hasta dar las gracias, aprender de la historia, jugar, jugar y jugar como consigna;  y aprender, aprender y aprender como religión, los integrantes de la compañía infantil crecen.

   A la presentación del libro acudieron el Presidente de la Repúbica Miguel Diaz Canel, el Presidente de Ocean Sur,  y muchos amigos de La Colmenita, gente sencilla, que disfrutaron de las canciones de su grupo musical, de la cubanía que difunden, comparten y promueven.

   La génesis de lo que es hoy el afamado colectivo que sembró colmenas en muchas partes del mundo y despierta simpatía por donde quiera que pasa, fueron 14 jóvenes que se unieron para hacer teatro. Luego se convirtió en juego con sus hijos e hijos de amigos, hasta llegar a consolidar un estilo único de vivir en manada, en familia, pandilla, en colectivo y trasmitir amor por todos los puntos cardinales.

   Tin habló de Silvio, el trovador del que hicieron suyas las canciones y le dieron la vuelta al planeta; de Eusebio Leal, quien dijo que era el teatro vehículo para enseñar; de Hugo Chávez, que se enroló con ellos, cantó, y regaló sonrisas y abrazos; de Raúl, el que no dejó de ser niño para jugar a las adivinanzas, como cuando crecía en Birán, junto a sus hermanos. La tecnología trajo los momentos que quedaron grabados, y reinaron el asombro y el agradecimiento.

   El libro en imágenes y textos hermosos recoge la historia contada hasta hoy de La Colmenita, el espectáculo y sus protagonistas sacaron lágrimas a más de uno en el auditorio. Los aplausos numerosos premiaron la ternura y la inteligencia de estos niños que se entregan, aman, juegan y fundan.

   Un 14 de febrero, 14 jóvenes se lanzaron a una aventura que se convirtió en La Colmenita multiplicada por el mundo, tal vez Tin Cremata y sus compañeros  no previeron la trascendencia, hoy el regalo del sudor escrito está en colores, los que vendrán después también se convertirán en embajadores de la buena voluntad.

   ¡Que la melífera vida perdure!