Evelyn Corbillón Díaz | Foto: Archivo
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03 Junio 2023

 

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Como acuerdo de la Junta General de Delegados, efectuada a propósito de los IV Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ciudad de Panamá (1938), la V edición del certamen se desarrollaría en la ciudad de San José, en Costa Rica, del 5 al 25 de marzo de 1942.

Tres meses después de la designación de esa sede, el país centroamericano desestimó la posibilidad de acoger el evento multideportivo regional más antiguo del mundo, por lo que la urbe colombiana de Barranquilla "aprovechó" su condición de suplente- por quedar segunda en las votaciones- y asumió la responsabilidad de recibir la lid.

De ese modo, se convirtió en la primera ciudad que no era capital en funcionar como anfitriona, aunque tuvo que esperar a 1946, aplazamiento ocasionado por la Segunda Guerra Mundial, conflicto que impidió la celebración de los Juegos Olímpicos de 1940 y 1944.

Finalmente, del 8 al 28 de diciembre de 1946 tuvieron lugar los Juegos Centroamericanos y del Caribe, versión que contó con mayor número de atletas (mil 540 en representación de 13 naciones) y la incorporación de Curazao, Trinidad y Tobago y República Dominicana.

Según reseña del ya fallecido periodista Enrique Montesinos en el libro Los Juegos Regionales Más Antiguos, también mostró un ascenso la cantidad de disciplinas convocadas -con 19-, a partir de la adición de la gimnasia artística y el softbol, y la exclusión de la equitación.

El softbol fue únicamente para mujeres, quienes incrementaron su presencia en este evento y llegaron a 294 concursantes, tendencia que se mantuvo en aumento desde la inclusión de las primeras damas en la edición de La Habana 1930.

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Para Cuba lo más significativo resultó la primera medalla de oro de Rafael Fortún en los 100 metros (m) planos, único hombre en la historia de los Juegos capaz de conseguir tres coronas consecutivas en esa modalidad, apunta el compendio.

Asimismo, ese velocista se tituló en los 200 m y obtuvo plata en la posta de 4x100 con sus coterráneos Jesús Farrés, Pedro Castillo y Eligio Barbería; este último, doble campeón en las pruebas de 110 y 400 metros con vallas.

Los cubanos igualmente brillaron en la gimnasia artística, con siete metales áureos, gracias a los hermanos Fernando (paralelas y final individual) y Rafael Lecuona (arzones y caballo de salto), Roberto Villacián (manos libres) y Ángel Aguiar (anillas); igualmente en el evento por equipos, en el que también tomaron parte Alejandro Díaz y Raimundo Rey.

En la esgrima, conquistaron cinco veces lo más alto del podio por intermedio de Carlos Lamar, en espada individual y por equipos y en el florete de conjunto, modalidad en la que de la misma manera se impuso Jorge Agostini (dueño del oro en el florete individual).

Jorge L. Sánchez, Roberto Mañalich, Francisco Gómez y Juan A. Martínez dominaron el sable por equipos.

Triplete dorado consiguió la delegación criolla en el levantamiento de pesas, con Orlando Garrido en la división de los 75 kilogramos (kg), Óscar Álvarez (82, 5 kg) y Eduardo Parera (90 kg); y en la lucha libre, gracias a Raúl Guerra (66 kg), José M. Albiñana (84) y Jesús Rodríguez (69 kg).

Preseas doradas llegaron, además, en el ciclismo, clavados, tenis de campo, tiro deportivo y voleibol masculino, con una per cápita.
A pesar de sus resultados históricos, a Cuba le fue esquivo el quinto cetro en línea en el béisbol, por lo que tuvieron que conformarse con bronce.

La mayor de las Antillas se ubicó en el primer puesto en el medallero por naciones, con 29 preseas áureas, 26 plateadas y 23 bronces; escoltada por los mexicanos (26-22-28) y panameños (13-17-10), respectivamente.