Con la novedad de incorporar atletas femeninas, Cuba acogió la segunda edición de los Juegos Centroamericanos, cita que había tenido su estreno cuatro años antes en Ciudad de México y al país anfitrión, como líder de la tabla de posiciones.
Del 15 de marzo al 5 de abril de 1930, La Habana fue sede del evento multideportivo regional más antiguo del mundo, que en esa ocasión aumentó la cantidad de atletas participantes, pues de 271 en la lid inicial la cifra creció a casi 600.
Asimismo, incrementaron las naciones asistentes a la justa con la incorporación de Costa Rica, El Salvador, Honduras, Jamaica, Panamá y Puerto Rico que se sumaron a la nación mexicana, Guatemala y Cuba.
Como otro de los aportes de esta edición sobresale la adición del fútbol y el voleibol al programa de competencias, y de ese modo arribó a 10 la cifra de deportes convocados.
La mayor de las Antillas se impuso en fútbol, béisbol, natación, tiro deportivo, esgrima, atletismo, tenis de campo rama masculina y el trampolín a tres metros por intermedio de Jorge Pérez.
Aun cuando fueron solo seis cubanas, el tenis marcó el comienzo de las mujeres en ese tipo de lides y sirvió de ejemplo para que en la versión de San Salvador (1935) compitieran 62.
Según reseña el ya fallecido periodista Enrique Montesinos en su libro Los Juegos Regionales Más Antiguos, ese deporte en su rama femenina -efectuado de forma no oficial por contar únicamente con la presencia anfitriona- fue dominado por María L. García, líder en las modalidades de individuales y dobles; esa última junto a María del Carmen Camacho, también subtitular en el single.
Amalia Castañeda y Zoila Rodríguez se agenciaron el bronce y fueron subcampeonas en el evento por parejas; en tanto Gisela Comallonga y Elena Daly resultaron terceras en ese apartado.
Individualmente volvió a brillar el esgrimista y multicampeón olímpico Ramón Fonst, dueño de las coronas en florete y espada sin recibir un solo toque en 21 combates; pero una lesión en uno de sus tobillos lo obligó a retirarse de la competencia de sable cuando acumulaba cinco éxitos consecutivos.
Fue su connacional David Aizcorbe quien se adjudicó el título en esa arma; además, en el florete y la espada por equipos.
Dos nadadores cubanos consiguieron triplete, Pablo La Rosa (100 metros espalda, libre y el relevo 4x100 libre) y Leonel Smith (400, 1 500 y 4x100 metros libres), este último con una actuación similar a la de cuatro años antes.
El velocista Alberto Torriente subió lo más alto del podio en los 100 metros planos y en la posta 4x100, así como también el mediofondista Darío Álvarez en los 800 y 1500 metros.
Los organizadores de estos Juegos visitaron previamente a los países para precisar su disposición de participar y poco antes de la cita dos embarcaciones de la Marina de Guerra, los cruceros Cuba y Patria, zarparon con la misión de recoger en los puntos acordados a la mayoría de los invitados, refiere el texto histórico.
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México trasladó a sus 139 atletas a bordo del vapor Coahuila, y la delegación puertorriqueña fue la única en viajar por aire.
Cuba se situaría por vez primera- de 12 hasta hoy- en la cima del medallero, con balance de 28 oros, 19 platas y 21 bronces; seguida por México (12-18-10) y Panamá (4-1-5), respectivamente. (Evelyn Corbillón Díaz, ACN)