Luz María Martínez Zelada | Fotos: Arelys María Echevarría
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15 Julio 2019

 

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En tiempos de corsarios y piratas, ante temores por sus ataques y en busca de tierras vírgenes,  familias acaudaladas de San Juan de los Remedios se trasladaron hacia el interior de la Isla, alejados del mar
y crearon el primer grupo poblacional de lo que sería después la Gloriosa Santa Clara.

Aquel núcleo humano fue el germen de una urbe que cumple 330 años hoy 15 de julio, y  cuenta con alrededor de 668  kilómetros cuadrados de extensión superficial y una población superior a los  240
mil habitantes cuya vida se sustenta, básicamente, en los servicios y la industria.

En la tricentenaria ciudad, sobresalen las instituciones científicas, de  biotecnología, salud y educacionales, junto a  la contribución de sus hijos a la cultura y la historia.

Se cuenta, que las ramas de un frondoso tamarindo protegieron a más de un centenar de personas, de los potentes rayos solares aquel caluroso 15 de julio de 1689, cuando se reunieron en la loma del Carmen para presenciar la misa fundacional, de lo que sería la futura Villa.

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Las generaciones posteriores guardaron con celo el sitio del natalicio de la urbe, donde se levantó un monumento a los fundadores junto a un simbólico tamarindo, árbol de la localidad en 1951; mientras la plaza y la iglesia de El Carmen, ubicados en tal elevación, fueron declaradas Monumento Nacional en 1991.

Inicialmente llamado de Los Dos Cayos, el grupo de pobladores creció poco a poco y después se denominó Pueblo Nuevo de Antón Díaz y definitivamente: Gloriosa Santa Clara.

Una posición privilegiada en el centro de la Isla benefició los negocios y el asiento de tropas, lo cual transformó al lugar en área de interés en las tres guerras por la independencia de Cuba.

Diseminadas por esos dominios de la hoy cabecera de la provincia de Villa Clara, se observan las huellas de la presencia mambisa y del ejército rebelde, acciones que convirtieron a la urbe en protagonista y testigo excepcional de las luchas libertarias.

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En la principal plaza citadina, una tarja rememora la entrada de las tropas insurrectas el 20 de julio de 1876, pertenecientes a la segunda división de occidente al mando del mayor general Manuel de Jesús Calvar y destaca la estatua de la patriota y benefactora de la ciudad, Marta Abreu de Estévez.

El parque Leoncio Vidal conserva una farola que recuerda la caída en combate del valiente mambí, del cual lleva el nombre, acaecida el 23 de mayo de 1896 en el segundo asalto de las tropas insurgentes a la
urbe.

Abundan, además,  huellas de la presencia del Ejército Rebelde en la batalla de Santa Clara, a finales de 1958, dirigidas por el Comandante Ernesto Guevara, lugares como el sitio histórico  que rememora las acciones de las huestes libertarias contra el tren blindado de la tiranía, visitado por cientos de personas diariamente.

El unánime cariño por el Che se observa en la cotidianidad y tienen su cenit en el Complejo Escultórico bautizado con el apelativo del Guerrillero Heroico, donde descansan sus restos y los de varios de sus
compañeros en la guerrilla de Bolivia.

La ciudad, a la par que cuida su historia, se renueva y crece, entre otras novedades con centros de servicios, de diversión y cultura, la modernización del boulevar y la recuperación de la heladería  Coppelia, por nombrar solo algunos ejemplos.

Se trabaja en rehabilitación de un local para sala de conciertos, complejos recreativos e instalaciones turísticas,  para beneplácito de nativos y foráneos.

Por el desarrollo de la economía existen inversiones en importantes industrias entre otras, en la planta mecánica Fabric Aguilar Noriega, empresa láctea, fábrica productora de pienso Chichí Padrón y el poligráfico Enrique Núñez Rodríguez.