Sagua la Grande, 24 abr (AIN) La brisa que azota como cada primavera los campos de Laberinto, en el norteño municipio de Sagua la Grande, hoy es más cálida, un apacible silencio inunda el lugar, murió Conrado Marrero, gloria del béisbol cubano.
Para Cecilia Estrada, Ramiro Rodríguez, Samuelito Díaz y muchos otros vecinos de ese apartado sitio del consejo popular Jumagua- Caguagua, en la carretera que enlaza esta ciudad con Quemado de Güines, la muerte del hijo más ilustre de ese pedazo de tierra los llena de sentimientos.
Crecí junto a la casa donde él nació, ambas familias bebíamos agua del mismo pozo, y desde pequeña conocí de sus triunfos como pelotero en diferentes lugares del mundo, comentó a la AIN Cecilia Estrada.
Los de más edad hemos recordado momentos de cuando éramos niños y lo veíamos llegar lleno de gloria tras discutir importantes campeonatos, y rememoramos los momentos que él compartía con nuestros padres y familiares mayores, añadió.
Samuel Díaz, hijo de un sobrino de Petra Calero, esposa de Marrero, aseguró a la AIN que siempre se sintió orgulloso del parentesco con el gran pitcher, y cuando él iba a Laberinto lo llenaba de placer recorrer el sitio a su lado.
Otros lugareños recuerdan que su primer catcher fue su hermana, y como pelota usaba naranjas agrias arrancadas de los árboles que poblaban la zona, años después reconoció que así perfeccionó el tiro.
Datos obtenidos en el museo de historia de Sagua la Grande, refieren que al recibir en 2003 la condición de Hijo Ilustre de la Ciudad, expresó con emoción: "A ustedes los adoro y no olvido nunca a ese Laberinto donde crecí y me hice hombre"-dijo Marrero con gran emoción.
Significó la importancia que tenían para él los poblados de Isabela y Sitiecito, donde en la década del 40 del pasado siglo, participó en muchos juegos.
Su impronta queda más allá de las mentes de las personas, también develó la tarja que perpetúa el lugar donde se jugó pelota en Sagua la Grande por vez primera el cuatro de noviembre de 1887.
Alberto González Rivero, periodista de la emisora provincial CMHW, refirió a la AIN datos sobre el pelotero cubano que en dos décadas ganó 367 juegos y su promedio de carreras limpias fue 2,22, considerado una hazaña para un pitcher que lanzó cuatro mil 500 entradas.
Comentó que para jugar en otros poblados dejaba a uno de sus hermanos la tarea de carretear las cañas de cada jornada, pues la familia necesitaba del pago mensual para mantener a los más pequeños.
Marrero era conversador y muy jaranero -asegura el periodista, quien lo entrevistó en dos ocasiones- y agrega que con más de 70 años visitó el lugar, enseguida se armó un juego de pelota y le correspondió lanzar la primera bola.
Tabaco en mano andaba y desandaba los caminos de su terruño natal, a su paso los más viejos recordaban los días de niñez y juventud y los más jóvenes corrían al camino para ver a un hombre magnifico en el deporte de las bolas y los strikes.
Omar Hernández, realizador de la emisora municipal Radio Sagua, dijo que en sus conversaciones con el "Premier", para conformar varios programas sobre su vida, conoció que en una ocasión visitó la ciudad y en el estadio 9 de abril, se realizaba un encuentro en el cual jugaba Víctor Mesa.
Algunos aficionados le preguntaron que opinaba sobre el dinámico center field, en el acto contestó: muchos dicen que Víctor está loco, si yo fuera manager de un equipo de béisbol quisiera tener en el terreno nueve locos como él.
A partir de hoy, Laberinto deja de ser un lugar perdido entre las cañas y los árboles en la geografía de Villa Clara, la aureola mística de los magníficos lo distingue porque allí vio la luz el 25 de abril de 1911, y ganó sus primeros desafíos el hijo mayor del béisbol en Cuba.