Lian Morales Heredia|Fotos: Omara García
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02 Octubre 2019

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La Habana, 2 oct (ACN) El agua y el olimpismo están por todas partes en Cuba. Se sienten los deportes acuáticos tan cerca, pero tan lejos, que parecen surrealismo, como una isla socialista en un mundo globalizado, donde, hace tiempo, la tecnología es más importante que el agua.
  En un archipiélago de más de mil 600 islas, más de seis mil kilómetros de costas y sinnúmero de playas paradisiacas, solo una piscina se acerca a parámetros adecuados para atletas de categoría elite.
  Una de las más importantes inversiones en la infraestructura deportiva cubana en este siglo fue la remodelación del Complejo de Piscinas Baraguá, reinaugurado el 13 de agosto de 2017.
  Tres albercas climatizadas, que podrían utilizarse durante todo el año, fueron ponderadas en la reapertura, encabezada por el entonces Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros Miguel Díaz-Canel, hoy presidente de la República.
  El agua se puso muy fría en diciembre, estuvimos varios meses con incumplimientos, sobre todo en los volúmenes de programas intensivos, hubo que nadar bastante tiempo en el tanque de clavados, dijo Imaday Núñez, presidenta de la Federación Cubana de Deportes Acuáticos, en declaraciones a la ACN en marzo último, respecto a la preparación rumbo al principal evento de 2019, los Juegos Panamericanos de Lima.

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  El público de la isla ve en los deportes acuáticos meras asistencias a juegos regionales y olímpicos, donde campean legiones de peleadores cubanos y los tritones y sirenas son de países ricos, salvo escasas excepciones.
  No obstante, la mayor de las Antillas tiene un nadador campeón y recordista mundial.
  Lorenzo Pérez, el Mejor Atleta del movimiento paralímpico de Cuba en 2018, aseguró a la ACN que llegará a Tokio 2020 listo para aportar más alegrías a los cubanos.
  En invierno el agua alcanza temperaturas que no son recomendables médicamente, entonces voy a entrenar a la provincia de Granma, donde el agua no se enfría tanto, pero me gusta la piscina del "Baraguá", dijo el campeón y recordista paralímpico en Río de Janeiro 2016 en 100 metros libres, categoría S 6.

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  El reto es constante para un deporte de ideal amateur, alejado de la mercantilización y regido y presupuestado por el Estado, en difícil coyuntura económica y ante la agudización actual del bloqueo estadounidense, que ha generado pérdidas cercanas al billón de dólares desde 1960.
  Sin embargo, no todo es tecnología, solvencia y piscinas, aunque sean inexorablemente necesarias.
  La natación en aguas abiertas ha cobrado auge internacionalmente, con torneos, series, inclusión en certámenes olímpicos, mundiales y regionales y proezas como la de Diana Nyad, estadounidense que nadó (con 64 años) sin aletas ni jaula protectora de Cuba a Estados Unidos, primera persona en vencer ese desafío, intentado múltiples veces.
  Juan Francisco Romero, cubano de 81 años, da el ejemplo, cada día practica en el mar. No es competidor máster pero, mientras, no le duele "ni el dedo chiquito del pie".
  Los mayores éxitos de los deportistas acuáticos cubanos sucedieron cuando la economía tocó fondo, durante el llamado Periodo Especial, tras el derrumbe del campo socialista de Europa del Este.
  Rodolfo Falcón y Neisser Bent ganaron medallas de plata y bronce, en ese orden, en 100 metros dorso en las Olimpiadas de Atlanta 1996, hazaña que aún eriza la piel del pueblo.
  En piscinas de curso corto, Falcón fue campeón mundial en 100 y 200 metros dorso en Río de Janeiro 1995 y en 50 y 100 metros dorso en Hong Kong 1999, además, Bent fue el primer nadador negro que logró el oro universal en curso corto, al triunfar en 100 y 200 metros dorso en Gotemburgo 1997.
  El clavadista José Antonio Guerra fue subcampeón (2002 y 2005) y bronce (2009) mundial y líder del escalafón universal en 2005.
  Y las proezas más grandes fueron de alguien que pasó de la piscina al mar.
  La nadadora artística Deborah Andollo conquistó la cima hacia el fondo. De 1992 a 2002, logró 16 récords mundiales de inmersión, incluido uno para hombres (74 metros sin lastre).
  Sus palabras ante los restos de Ernesto Che Guevara resumen al deporte cubano:
“Tengo ocho meses de embarazo y hace tres que sé que es varón, se llamará Ernesto. Estoy muy feliz de poder estar aquí, de haber recibido una medalla muy grande para mí como deportista. Un abrazo”.