Una escala medir la potencia y perjuicios de los ciclones

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Lino Luben Pérez
21
14 Mayo 2025

La Habana, 5 nov (ACN) Los huracanes y ciclones son clasificados desde hace años en cinco categorías en dependencia de la fuerza del viento y los posibles daños y destrozos que pueden ocasionar en la temporada que comienza el primero de junio y termina el 30 de noviembre en la cuenca del Atlántico norte, que incluye el golfo de México y el Mar Caribe, con un comportamiento muy activo.

   Su fortaleza e intensidad son medidos por la escala Saffir-Simpson, creada para definir y clasificar del uno al cinco las tormentas de acuerdo con la velocidad de sus ventoleras para ofrecer una idea de la magnitud de las pérdidas desde mínimas hasta catastróficas, según especialistas en la materia.

  Una graduación de ese tipo la diseñaron en 1969 el ingeniero estadounidense Herbert Saffir y el director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, Robert Simpson, a pedido de la Organización de las Naciones Unidas para analizar los daños ocasionados por tales fenómenos hidrometeorológicos.

  Tanto huracanes, ciclones o tifones se forman cuando la velocidad de sus rachas máximas sostenidas alcanzan o superan los 119 kilómetros por hora.

  El instrumento de medición tiene en cuenta la presión mínima, los vientos y la marea de tormenta que se genera, y los daños potenciales que pueden provocar la tormenta en esos casos.

  La categoría uno es la menos intensa y se le asigna cuando los vientos son de 119 a 153 kilómetros por hora y provocan perjuicios a la vegetación y muelles, además de inundaciones en carreteras y caminos costeros.

  En la dos, son de 154 a 177 kilómetros por hora, causan afectaciones moderadas y averías mínimas a dársenas, viviendas, edificios, derribos de vegetación, y desbordamientos  en carreteras costeras.

   Un huracán categoría tres tiene máximos entre 178 y 209 kilómetros por hora, cuya presencia puede ocasionar destrucción parcial de casas, edificaciones costeras y fondeaderos, derribo de árboles altos, anuncios dañados y llevados por su velocidad y marejadas que inundan zonas costeras.

  Los de la cuatro poseen de 210 a 249 kilómetros por hora y provocan  pérdidas cuantiosas, como colapso de casas, edificaciones costeras y diques, derribo de vegetación, erosión parcial de playas e inundación en terrenos planos abajo de tres metros.

  En tanto, los de categoría cinco alcanzan o superan la velocidad de 250 kilómetros por hora; su impacto suele ser catastrófico por derrumbes totales de techos y paredes en casas er instalaciones en general.