Guantánamo, 21 dic (ACN) La historia de María Luisa Lobaina Montiel resuena como un eco de dedicación y amor por la enseñanza en Guantánamo, desde que comenzó su carrera docente el 19 de diciembre de 1972, en la Escuela Primaria Flort Crombet, una vida marcada por el compromiso inquebrantable con la educación.
Nací en San Antonio del Sur, en el seno de una familia humilde, donde la escasez de recursos hizo que la educación pareciera un sueño lejano, sin embargo, una profesora, al verme ansiosa por aprender desde la ventana de su escuela, me ofreció la oportunidad de asistir a clases sin costo alguno, siempre estaré agradecida por esa oportunidad, allí nació mi vocación, cuenta.
Me trasladé hacia La Habana, donde estudié en la Escuela Ana Betancourt; por entonces, Raúl Castro hizo un llamado para niñas en la Escuela Militar Camilo Cienfuegos y de las 150 estudiantes seleccionadas en todo el país, tuve el honor de ser una de ellas, donde compartí aula con hijos de figuras prominentes como Raúl Castro y el Che Guevara, fue un honor ser parte de ese grupo selecto, refiere con humildad.
Recuerda que al terminar el 12 grado le ofrecieron la carrera de Medicina, pero quería ser maestra, entonces regresó a Guantánamo y cursó cuarto y quinto año de la carrera, y se graduó en su tierra.
No me gusta otro lugar que no sea Guantánamo, -enfatiza-, tiempo después hicieron una convocatoria para los jóvenes que tuvieran sexto, noveno y duodécimo grados que quisieran ser maestros, se realizó un intensivo y vi la posibilidad, esa preparación duró seis meses y comencé a trabajar en la escuela Flort Crombet, inicié en un momento en que el país necesitaba maestros, y yo estaba lista para responder a ese llamado, evoca María Luisa.
Con el paso de los años, ha transitado por varias instituciones educativas y dejado una huella imborrable en cada una de ellas, estuvo 20 años con la tiza en la mano, enseñando en las escuelas primarias .
No tengo hijos ni nietos, pero mi vida se la he dedicado a este sector, me hice licenciada en Educación Primaria y luego obtuve un máster, he pasado 32 años como cuadro, comenta.
Me jubilé como directora de la escuela Rubén Martínez Villena, también dirigí la Elmo Catalán y la Fabio Rosell, luego el seminternado Conrado Benítez durante nueve años, después cumplí misión en Venezuela y fui a Angola de misión en el año 1988.
Su carrera ha estado llena de logros y reconocimientos, que incluyen múltiples medallas y condecoraciones, como las medallas Frank País de Primer y Segundo Grado, la José Tey y la Rafael María de Mendive, así como también dos medallas internacionalistas por su labor en Venezuela y Angola.
A sus 70 años, María Luisa sigue activa en la Educación, apoya a las nuevas generaciones de docentes en la Conrado Benítez.
Me jubilé hace dos años, pero me entró una nostalgia de no poder estar entre los niños, mi vida siempre ha sido la escuela, es mi casa, mi vida se ha dedicado a la educación; cada estudiante es una parte de mí, a veces voy por la calle y muchas personas me saludan y me dicen 'profe', a muchos no los recuerdo por la edad, pero es una satisfacción muy grande que me recuerden,
Su pasión por enseñar no solo ha transformado vidas, sino que también ha creado un legado que perdura en el tiempo.