Nueva Gerona, 25 ago (ACN) En el museo finca El Abra, se alza una majestuosa ceiba, símbolo de la vida y la unidad, que no solo infunde respeto por su veneración ancestral, sino que deviene homenaje indeleble a uno de los más grandes próceres de Cuba: José Martí.
Este árbol, que crece a escasos metros de la habitación donde el joven Martí vivió del 13 de octubre al 18 de diciembre de 1870, tiene una historia que entrelaza leyendas y certezas históricas.
La ceiba fue plantada el 18 de diciembre de 1945, coincidiendo con el aniversario 75 del momento en que el Apóstol de las gestas libertarias cubanas partió de la entonces Isla de Pinos hacia La Habana para el 15 de enero de 1871 zarpar hacia su destierro en España.
Este acto fue llevado a cabo por un grupo de cubanos, descendientes de aquellos emigrados radicados en Estados Unidos, colaboradores de Martí en la organización de la Guerra Necesaria.
Esos nobles hombres, lejos de su Patria encadenada, donaron los fondos necesarios para financiar la lucha por la independencia de Cuba. En un gesto de homenaje al “más universal de todos cubanos” y a su legado, decidieron plantar la ceiba como un tributo vivo al Maestro, quien había llamado a la unidad de todos los sectores revolucionarios por la libertad.
La ceiba —que crece en el museo finca El Abra— no es solo un árbol, es un símbolo que reúne y convoca a las generaciones presentes y futuras. Su presencia en el museo es un recordatorio constante del sacrificio y la dedicación de aquellos que lucharon por una Cuba libre, así como la huella imperecedera de Martí en la historia de la nación.
El Abra, además de ser un espacio cultural, es un punto de encuentro para reflexionar sobre el pasado y el futuro de Cuba, reafirmando la importancia de mantener viva la memoria histórica y el legado del Héroe Nacional. Su imponente figura, se erige como un faro de esperanza y unidad.