De azúcar y acero: Maribel Estévez Díaz

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ACN - Cuba
Yaniuska Pérez Verdecia (colaboradora) | Fotos de la autora
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06 Marzo 2025

Santiago de Cuba, 6 mar (ACN) Maribel Estévez Díaz es una mujer robusta, peina canas y acumula experiencias en el central Paquito Rosales del santiaguero municipio de San Luis, no le teme al ruido, las madrugadas o las vibraciones de sus molinos, porque su vida se vincula a los añejos equipos, partes y piezas que conforman el gigante de hierro. 

   Comenzó a trabajar en el ingenio hace 33 años, y antes de asumir esa responsabilidad se desempeñaba como química en el laboratorio de la casa de calderas, aunque, según cuenta, siempre se interesó por todas las áreas para aprender.

   Mientras revisa el funcionamiento de uno de los molinos, comenta que su quehacer es difícil, con más de 12 horas de labor constante, lidiando con problemas técnicos y roturas, que a veces implican quedarse más tiempo para que la industria pueda volver a procesar la caña.

   Sin el apoyo de la familia le sería imposible, sentenció, pues se levanta a las 05:00 horas y organiza la casa, adelanta labores domésticas, y regresa al hogar después de las 19:00 horas.

   Hay un respaldo también aquí en el ingenio, tengo compañeros que me quieren y contribuyen en el funcionamiento estable del área de basculador y molinos, acotó esta tímida mujer.

   Estévez Díaz sonríe esporádicamente y a pesar de tantos años entre frías madrugadas, largos turnos de trabajo, hierros y bagazo asegura sentirse bien y fuerte para continuar entregando más de sí en función de la economía del país.

   Fue aprendiendo poco a poco a dirigir, a conocer los detalles técnicos, y a aportar sus ideas, significó que dirigir una docena de hombres no es sencillo, pero sobre la base del respeto, la solidaridad y el compañerismo, todos logran cumplir con las tareas indicadas y contribuyen a que funcionen los equipos y haya estabilidad en los indicadores de la molienda.

   En Maribel, única mujer jefa de área en el Paquito Rosales, se advierte seguridad, más que respeto inspira e irradia admiración; la mayor parte de su jornada laboral camina entre los obreros y los gigantes molinos, con la mira en cada lugar donde persistan problemas por solucionar. 

   Cutis protegido, uñas arregladas, pelo cubierto con un pañuelo y un inmenso ejemplo proletario para que nadie le justifique lo ocurrido en el basculador, la mesa alimentadora o los molinos, así es Maribel Estévez.

   Su mayor orgullo, además de la familia, radica en que esa área del central Paquito Rosales, funcione establemente y la caña se procese; ese olor a guarapo embriaga y le demuestra cuán importante es su entrega y aporte a la economía. 

   Desde su modesta experiencia aconseja a las mujeres que no tengan miedo: para nosotras, afirmó, no hay tareas ni misiones imposibles, somos vencedoras en todos los sentidos.

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