Lino Luben Pérez
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06 Junio 2020

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La Habana, 6 jun (ACN) Cuba dispone de geógrafos en ramas e instituciones médicas que pueden mejorar la interpretación de los indicadores geoespaciales y el seguimiento de las medidas de control para fortalecer e incrementar el valor de los resultados de la geografía médica en el control de epidemias, en particular la COVID-19, informó un experto en la materia.

La Geografía de la Salud o Médica es una especialidad que se encarga del estudio de la salud humana en su entorno, con una expresión espacial de las complejas y dinámicas interacciones entre factores sociales, económicos y ambientales, explicó el Doctor en ciencia Jorge Ángel Luis Machín.

El estudio de la distribución geográfica de las enfermedades incluye el análisis de patrones de aparición, incidencia y propagación, así como las formas de prevención, agregó en su información a la Agencia Cubana de Noticias el Director del Instituto de Geografía Tropical (IGT), perteneciente a la Agencia de Medio Ambiente (AMA).

Opinó que esto último determina la integración de múltiples conocimientos que pueden ser tratados desde la convergencia entre disciplinas como la Epidemiología y la Geografía de la Salud.
De ese modo, señaló, es posible alcanzar un mejor entendimiento de las complejas interrelaciones sociales, económicas y espacio-temporales que intervienen en los eventos epidemiológicos, con la intención de prevenirlos o enfrentarlos, de la manera más adecuada,

Recordó que en el país existen importantes antecedentes en el uso de los preceptos de la Geografía de la Salud y ejemplificó con la publicación en 1797 de la obra Disertación sobre la fiebre maligna llamada vulgarmente vómito negro, enfermedad epidémica de las Indias Occidentales, del insigne médico cubano Tomás Romay y Chacón ((1764-1849)

Mencionó también al científico cubano que estudió el comportamiento de los azotes de la fiebre amarilla y el cólera: Carlos Juan Finlay de Barres (1833-1915), quien descubrió que el mosquito Aedes aegypti hembra era el trasmisor de la fiebre amarilla, y elaboró un plan antivector como única vía de solución para erradicar la enfermedad.

Apuntó que en la década de los años 60 del pasado siglo, a partir de la colaboración de los países del extinto campo socialista, se desarrollaron numerosos estudios sobre la distribución espacial de enfermedades infecciosas en la nación.

Señaló que investigadores del Instituto de Geografía, perteneciente en aquel entonces a la Academia de Ciencias de Cuba, y como resultado de esa cooperación, publicaron varios mapas de cobertura de servicios, morbilidad y mortalidad por enfermedades transmisibles, en el Atlas Nacional de Cuba de 1970.

Relató que con posterioridad continuaron las investigaciones de ese tipo en su centro, en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, en la Facultad de Geografía de la Universidad de La Habana, en el Instituto de Higiene, Epidemiología y Microbiología, y en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Además, en el Instituto de Meteorología, entre otros, con el apoyo en ocasiones de la Organización Panamericana de la Salud.

Una diversidad de estudios de morbilidad y mortalidad de enfermedades respiratorias y diarreicas agudas se realizaron durante las décadas de 1980 y 1990 en territorios pertenecientes al Programa de Desarrollo de la Montaña, conocido por Plan Turquino, de acuerdo con Luis Machín.

En la práctica, contribuyeron a perfeccionar el sistema de atención primaria de salud, así como numerosos estudios epidemiológicos sobre el cólera, el dengue y la neuropatía, con varios mapas publicados en el Nuevo Atlas Nacional de Cuba (1989), estudios de aguas y fangos minero – medicinales para tratamientos, así como sobre afectaciones por contaminación electromagnética y por contaminación sonora.

Por esos resultados se ha ampliado el conocimiento acerca del comportamiento espacial y temporal de las enfermedades en nuestro país, sus factores causales y patrones de propagación, así como la localización, capacidad y funcionamiento de la infraestructura de salud, con información georreferenciada de gran valor para la toma de decisiones.

Un equipo de investigadores del Instituto de Geografía Tropical contribuye a la elaboración de mapas dinámicos y estudios integrales con vistas a incrementar la eficacia en la gestión de riesgos sanitarios, sobre todo la COVID-19, particularmente en la fase recuperativa que se nos avecina, concluyó Luis Machín.