Los muchachos que juegan sobre la arena fina parecen disfrutar de Varadero como si fuese pleno verano, y la verdad es que solo los gorros de navidad delatan a diciembre y sugieren el fin del año 2015, cuando el azul y la calidez del sol devienen natural regalo en la afamada playa.
Suman más de 571 mil los turistas que durante el último mes del almanaque ya hicieron estancia en la Península de Hicacos, atraídos por la tranquilidad, calidad del servicio y seguridad que distinguen al destino, perfecto para festejar en familia el advenimiento de un nuevo enero.
Ante quienes caminan por la línea de playa con cámara en mano, interesados en capturar instantes de fin de año en Varadero, no faltan los que insisten en tomar el sol del Caribe, leer un libro a la sombra, o construir castillos de arena junto a los amigos.
Y las gaviotas que revolotean muy cerca de los bañistas, coquetas, hermosas, cautivan también a los atentos al panorama, porque inconscientemente más que embellecer el paisaje, las aves resultan clásicas figuras que lo completan.
En una de las terrazas del hotel Los Delfines, líder entre los destinos de la cadena Islazul, el idioma de canadienses, rusos y chinos, se fusiona con la música popular, el aroma de las tazas con café se esparce por la brisa costera, y el horizonte azul queda en la mira del señor que toca, a su manera, el bongó que sostiene entre las piernas.
Pero la playa no es la única opción, el paseo marinero de Las Morlas también se posiciona entre las atractivas variantes del polo, una vista diferente de la Península se impone en una plaza que gana renombre por las opciones culturales y recreativas que ofrece.
Un bar de tapas a la usanza española, restaurantes especializados en comida mexicana y argentina, la más amplia bolera de los contornos geográficos, y La Isabélica del Café donde tuestan, muelen y cuelan el néctar apreciado, ratifican los valores de un espacio cosmopolita.
No por mera casualidad desde el mes de octubre último arribó el visitante un millón al mayor polo de sol y playa de Cuba. Varadero, más que un nombre, es ícono de belleza natural y cultura cubana, por eso miles de personas eligen despedir el año en la Península.
En el último día de diciembre no faltarán los festines tradicionales, pulsadas cuerdas de guitarras para cantar el Chan Chan, o fiestas en la arena; será cuestión de elegir allí, donde persiste la posibilidad de recibir a enero, con el agua de una de las playas más hermosas del mundo a los pies.
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