¡Un cubano en el Cosmos! Fue la frase más escuchada el 18 de septiembre de 1980, cuando la televisión y la radio de Cuba difundieron que desde Baikonur, en la entonces República soviética de Kazajistán, despegó ese día el cohete portador de la nave Soyuz 38 con una tripulación integrada por el soviético Yuri Romanenko y el cubano Arnaldo Tamayo Méndez.
Después de concluir el histórico viaje, Fidel Castro apuntó: “Arnaldo Tamayo representó en el cosmos a Cuba, a América Latina, a África y al Tercer Mundo”.
El cohete colocaría en órbita a la nave que luego los trasladaría al complejo Saliut-6.
Al arribar a la estación espacial, Tamayo y Romanenko se reunieron con los cosmonautas Leonid Popov y Valeri Ryumin para emprender una serie de experimentos durante una semana.
El guantanamero de origen humilde, con la colaboración de sus compañeros, ejecutó 27 proyectos elaborados por científicos y expertos cubanos y soviéticos que dieron continuación a otros iniciados por cosmonautas de Bulgaria y Hungría.
La mayoría de ese programa de investigaciones y experimentos corrió a cargo de la Academia Nacional de Ciencias de Cuba, entre ellas el cultivo de los primeros monocristales orgánicos en microgravedad con azúcar cubano.
Y además, destacaron sendas pesquisas sobre las causas del síndrome de adaptación al espacio y la exploración del territorio nacional para profundizar en las riquezas del subsuelo del país caribeño.
Uno de los momentos históricos derivó de las palabras en español que pronunció Tamayo desde la estación Saliut-6, porque por primera vez en la historia el idioma de Cervantes se escuchó desde fuera de la Tierra.
Con posterioridad, la tripulación binacional trasladó al módulo de descenso muestras de las pesquisas y partió de regreso el 25 de septiembre y aterrizaron el 26.
Ambos dieron, en total 124 vueltas alrededor de la Tierra, y permanecieron en el cosmos 7 días, 20 horas y 43 minutos y 24 segundos.
Esa fue la séptima tripulación internacional del programa Intercosmos, con la participación de los países miembros del entonces Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME): Bulgaria, Cuba, Checoslovaquia, Hungría, Mongolia, Polonia, RDA, Rumania y la Unión Soviética.
Tamayo se convirtió en el primer latinoamericano en viajar al espacio y en el humano número 97 que volaba hacia las atmósferas superiores del universo.
El cosmonauta cubano nació en 1942 en el seno de una familia humilde afrodescendiente. Desde muy pequeño y siendo huérfano comenzó a trabajar y a los 13 años se ganaba el sustento como limpiabotas, ayudante de carpintero y vendedor de periódicos.
Después del triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959, ingresó en el Instituto Técnico Ejército Rebelde y luego a las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Se convirtió en piloto de combate y siguió un entrenamiento para el caza Mig-15 en la Unión Soviética a los 19 años.
Hoy día, aparte de sus labores como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ahora general de brigada se desempeña como jefe del Departamento de Relaciones Exteriores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (Minfar) y director en la organización de Defensa Civil de Cuba.
El 24 de julio de 1961, Yuri Gagarin llegó a Cuba y profetizó: “Llegará el día en que un hijo del pueblo cubano viaje también al cosmos”, una frase que Tamayo recordaría más tarde.
La hazaña de viajar al espacio exterior y laborar en investigaciones científicas, posicionó en ese momento a una nación del Tercer Mundo entre las nueve primeras participantes en viajes cósmicos.
Al cumplirse el aniversario 33 de aquel suceso, Romanenko afirmó que el vuelo compartido con Arnaldo Tamayo los convirtió en hermanos en la Tierra y en el cosmos, y embajadores de los dos países.