Soy médico gracias a Fidel, afirma estadounidense

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Gloriadelys Wright Hernández| Foto: Juan Pablo Carreras/ACN
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02 Enero 2017

Integrantes del Contigente 57 de la Brigada Venceremos, luego del su arribo procedentes de Toronto, Canadá, al Aeropuerto Internacional Frank País, de la ciudad de Holguín, Cuba, el 24 de julio de 2016. ACN FOTO/ Juan Pablo CARRERAS

Desde principios de 1970 la estadounidense Michele Frank empezó a viajar a Cuba vinculada a la Brigada Venceremos y a otros movimientos de solidaridad con la Isla, y en 1983 regresó para estudiar Medicina, con la idea de luego volver a su país y trabajar como médico comunitario.

No obstante, reside en la Mayor de las Antillas desde hace más de 30 años, donde labora como médico y coordinadora del Proyecto de Promoción de Salud de la compañía teatro infantil La Colmenita. Al mostrar su agradecimiento al líder de la Revolución, Fidel Castro, narró a la ACN cómo las ideas y acciones del “Gigante de verde olivo” propiciaron que se titulara como psiquiatra infanto-juvenil.

Recuerda la estadounidense que para muchos de su generación, aunados por la oposición al racismo, a la guerra en Vietnam, contra las dictaduras en América Latina y África, y a favor de los derechos humanos, Cuba era un “faro de libertad” y el Comandante en Jefe uno de sus guías más importantes.

Comenta que a la edad de 34 años estudiar Medicina en la Isla era un viejo sueño, – que nunca pensó iba a poder realizar-, pero lo logró gracias a Cuba y en particular a Fidel.

Precisa que esta idea se convirtió en hecho, cuando por recomendación de compañeros de la Misión Cubana de la Organización de Naciones Unidas en New York, le escribió una carta en la cual le preguntaba sobre la posibilidad de estudiar la mencionada carrera en la nación caribeña.

“Esa beca era el regalo más grande de mi vida, me conmovió y comprometió mucho. Nunca iba a poder pagarlo excepto siendo buena médico revolucionaria, esa fue mi meta”, confiesa la también investigadora en el campo de las Neurociencias, al tiempo que cita al líder cubano cuando mencionó entre las cualidades necesarias de esa profesión: “una sensibilidad exquisita, gran calidad humana, capacidad intelectual y moral a toda prueba.”

Pero desde niña ella estaba destinada a profundizar en los ideales y valores del gran estadista. Su abuelo Waldo Frank, reconocido intelectual estadounidense y escritor progresista, resultó una de las pocas personas invitadas a venir a Cuba en 1959, para conocer lo que pasaba en el país caribeño.

Y así lo recogen disímiles fotografías de Raúl Corrales que conforman la decoración de su casa, las cuales captan la travesía de su abuelo junto a Fidel, Raúl y otros combatientes, quienes emprendieron un viaje por toda la Isla luego del triunfo de la Revolución cubana.

Rememora Michele Frank que luego de ese recorrido, su abuelo escribió el libro Cuba: Prophetic Island, sobre las impresiones del viaje y la situación política de la época; así como también lo hizo respecto a la obra del libertador Simón Bolívar, en volumen titulado Nacimiento de un Mundo.

Comenta la doctora que el amor a Cuba y el interés por las ideas del Héroe Nacional José Martí se las inculcó él, quien estuvo muy en contra de la invasión a Playa Girón, el bloqueo norteamericano, y en especial se preocupaba mucho porque las verdades no eran publicadas en Estado Unidos.

“Él consideraba que la educación norteamericana era bien deficiente por no enseñar sobre la historia y las realidades del sur de nuestro hemisferio”, añade, al tiempo que se recuerda memorizando poemas de Martí bajo la instrucción de su abuelo.

Al conversar sobre el legado de Fidel en su vida, Michele Frank expresa sentirse impresionada por su total entrega a la defensa de las causas justas, por mantenerse fiel a sus convicciones, por sus resultados de lucha, y lo caracteriza como un gran maestro, una fuente de inspiración eterna e implacable para hombres y mujeres que sueñan con la idea de que un mundo mejor es posible.

Conmovida por la partida física del Comandante en Jefe, argumenta sobre la trascendencia que tuvo en su vida y en la de muchos estadounidenses que gracias a él, pudieron superarse profesionalmente, y hacer de ellos seres humano dignos, y con la voluntad de “defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio”.