Precaución, el mejor pararrayos

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José Armando Fernández Salazar| Foto: Abel Rojas
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08 Mayo 2014

Foto: Abel RojasLa reciente muerte de un adolescente impactado por un rayo conmocionó a los vecinos de la oriental ciudad de Las Tunas, donde la llegada de los aguaceros primaverales suele ser acompañada por peligrosas tormentas eléctricas.
   El nefasto suceso no es un incidente aislado en el territorio, en el que abundan trágicas historias de personas golpeadas por uno de los fenómenos más potentes de la naturaleza. Algunas de las víctimas sobreviven, pero permanecen con secuelas psíquicas y fisiológicas que le acompañan para toda su existencia.
   Uno de ellos, quizás el más famoso, resulta el campesino Juan Márquez, llamado el Hombre Pararrayos, quien asegura haber sido impactado en seis ocasiones y vivir para contarlo.
   Natural de la zona rural de San Manuel, en el municipio de Puerto Padre, Márquez tuvo su primer encuentro con la muerte en 1982, cuando viajaba en un tractor y desde entonces toma medidas extremas cada vez que aparecen nubes negras en el horizonte como presagio de tormenta.
   Al humilde guajiro se le han practicado pruebas físicas y psicológicas para determinar la causa de su aparente resistencia a corrientes de alto voltaje, pero las pruebas no son concluyentes y su historia parece que formará parte del mito popular.

MÁS CALOR, MÁS RAYOS

   Un reciente estudio del Grupo de Electricidad Atmosférica, del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, determinó que en América Latina y en especial en Cuba y Panamá tienen la mayor proporción de muertes causadas por este fenómeno natural, debido a la alta densidad de descargas eléctricas.
   Una investigación publicada en la revista especializada Energía y tú, señala que en el período de 1987 a 2005, en la Isla se registraron, como promedio anual, 65 fallecimientos por esta causa.
   Más de 100 rayos golpean la tierra cada segundo, según estiman los expertos, y alrededor del 70 por ciento de ellos caen en regiones tropicales o subtropicales, una tendencia que debe aumentar en los próximos años, como consecuencia del aumento de las temperaturas.
   Los expertos del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, la máxima autoridad mundial en ciencias vinculadas a este fenómeno atmosférico, esperan que de forma general los rayos aumenten a medida que el clima se haga más cálido.
   Estadísticas recientes referidas a Cuba confirman tal afirmación. El sitio web de la organización no gubernamental Cubasolar, presenta un estudio de la doctora Lourdes Álvarez, del Instituto de Meteorología, en el que se muestra un aumento de la frecuencia de ocurrencia de estos fenómenos atmosféricos, con zonas que tienen entre 70 y más de 130 días con tormentas en el año.

   EL MEJOR PARARRAYOS

   Dicen los sabios populares que cuando una persona es impactada por un rayo lo mejor es enterrarlo en la tierra y esperar a que su cuerpo se descargue. La suposición tiene explicación aparentemente lógica, pero la ciencia no ha logrado confirmar este planteamiento.
   Ante el poder destructivo de las descargas eléctricas, lo mejor es no tentar a la suerte, y ser precavido.
   Las autoridades de la provincia de Las Tunas, la más seca y deforestada de Cuba, han emprendido una campaña de educación pública con el propósito de que se tomen las medidas de protección básicas, entre ellas buscar refugio, alejarse de sitios descampados y objetos metálicos, cerrar las habitaciones y evitar colocarse debajo de árboles aislados.
   La superstición popular también aporta lo suyo en el tema mediante consejos como no abrir sombrillas dentro de la casa, cubrir los espejos y no mirarse en ellos, hacer cruces de cenizas y no acariciar a los perros.
   Aunque de acuerdo con las estadísticas el 80 por ciento de las personas que dicen ser impactadas por un rayo, sobreviven, la experiencia es muy desagradable. Por ejemplo,  Juan Márquez, sigue su bregar diario completamente solo y cuando se avecina una tormenta anda con zapatos de caucho o se esconde debajo de la cama.
   A la larga su historia, por el momento, no ha tenido un giro trágico, pero no siempre es así cuando un ser humano se tropieza con la ira de la naturaleza. Por esta razón, ser precavido, nunca está de más.