Nuevamente el mes de marzo se tornó puro béisbol en 2013, pues el Clásico Mundial de la disciplina arribó a su tercera edición para beneplácito de los aficionados en todo el orbe, deseosos de ver a su selección triunfar.
El más importante torneo del deporte entre naciones, presagió desde sus inicios reñidos desafíos por la corona, de la mano de 16 elencos agrupados como de costumbre en cuatro grupos.
Una final inédita aconteció entre dos países latinoamericanos, República Dominicana -invicto en la competencia- y Puerto Rico, duelo favorable a los quisqueyanos, tres carreras por cero, en los predios del AT&T Park, en la ciudad norteamericana de San Francisco, California.
Los boricuas solo pudieron conectar tres hits en el enfrentamiento, gracias a la labor monticular de los lanzadores Samuel Deduno, Octavio Dotel, Pedro Strop, Santiago Casilla y Fernando Rodney.
Varias sorpresas acontecieron en el Clásico, entre estas, el descenso de Japón, campeón de las dos versiones anteriores y que en esta se tuvo que conformar con el tercer puesto.
Otro asiático “desajustado” fue Corea del Sur, subtitular en 2009 y sin boleto a la segunda ronda del certamen, luego de quedar tercero en el grupo B. Similar ocurrió con Venezuela, rezagada en la primera fase a pesar de contar en su róster con figuras de sobrado nivel en las Grandes Ligas.
Situado en el apartado A, Cuba se impuso a China, a la escuadra nipona y a Brasil en sus presentaciones, con marcadores de 12-0, 6-3 y 5-2, respectivamente.
No obstante, en el segundo periodo cayó frente a Holanda en dos oportunidades, y otra vez no pudo avanzar a semifinales.
En su segunda derrota, el sabor amargo se lo adjudicó el pitcher abridor Vladimir García, quien en tres y dos tercios de inning permitió cuatro anotaciones, cinco imparables y otorgó dos boletos.
La defensa cubana tampoco respaldó al pitcheo. En el cuarto episodio el holandés Randolph Oduber se robó la antesala por descuido de Yulieski Gourriel, quien no cubrió la almohadilla, y error en tiro del máscara Frank Camilo Morejón facilitó la entrada al home plate.
En las postrimerías y con el juego igualado a seis carreras, una pifia en fildeo de Gourriel dejó al campo a los antillanos; y de ese modo, Holanda venció a la ínsula por quinta vez en los últimos seis encuentros entre ambos elencos.
Encabezados por el mentor Víctor Mesa, los cubanos regresaron a casa sin la posibilidad de integrar el grupo de los cuatro grandes del Clásico, como también ocurrió en la edición de 2009, aunque registraron balance de cuatro éxitos y dos reveses en el certamen.
Sin embargo, varias actuaciones individuales dejaron huella en el evento de las bolas y los strikes, sobre todo la del guardabosques Alfredo Despaigne, premio al Jugador Más Valioso del conjunto A, gracias a su average de .389 madero en ristre, slugging de .944 y promedio de embasado de .522.
Además, el pelotero granmense anotó cinco carreras e impulsó ocho en seis choques; y junto a su compañero de equipo José Dariel Abreu lideró en cuanto a conexión de cuadrangulares en el torneo, con tres.
José Miguel Fernández y Frederich Cepeda también brillaron a la ofensiva: el primero por sus 11 indiscutibles, en 21 veces al bate y promedio de .524; en tanto el espirituano pegó nueve inatrapables en 19 comparecencias y cerró con .474.
Por los serpentineros, Danny Betancourt se apuntó dos victorias y escoltó al dominicano Pedro Strop en ese apartado, mientras que culminó la justa con un promedio de carreras limpias de 0. 00.
Robinson Canó, camarero del monarca República Dominicana, fue el Jugador Más Valioso del Clásico Mundial de Béisbol, toda vez que sacó la pelota del parque par de veces, conectó 15 hits, bateó para .469 e integró el equipo Todos Estrellas.