Población efectiva en Cuba: una lupa para mirar en contexto

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José Manuel Lapeira Casas
30
13 Mayo 2025

  El informe sobre el cálculo de la población cubana efectiva, presentado en el más reciente período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, es ilustrativo de una serie de dinámicas demográficas que ya se intuían hacia lo interno de la sociedad pero plasmadas en un estudio minucioso cobran más significados.

   La cifra, entendida como aquellas personas que con residencia permanente en el país acumularon más de 180 días en el mismo, al cierre del 31 de diciembre de 2023 se estimó en 10 millones 55 mil 968 la cual, de acuerdo al saldo migratorio desfavorable en los últimos meses, de manera extraoficial se calcula como inferior a los 10 millones.

   Este dato resulta un 10,1 por ciento inferior al registrado en el año 2020 y similar al existente en algún momento del año 1985 y representa un demostrativo adicional de los impactos visibles de la política de máxima presión económica aplicada por la administración de Estados Unidos contra Cuba, que ya tiene su incidencia en ciertos indicadores como el envejecimiento poblacional y la reducción de la población en edad fértil.

   Aunque dicho de esta forma el escenario podría parecer fatalista, lo cierto apunta a que la migración ha sido un fenómeno ligado a la nación cubana en momentos anteriores de su historia cuando la población de entonces era muy inferior a la actual.

   Por poner un ejemplo, antes del triunfo de la Revolución el primero de enero de 1959, cuando la población total apenas superaba los seis millones, la emigración permanente o temporal de cubanos hacia los Estados Unidos, sin ser estimulada por intereses políticos como la Ley de Ajuste Cubano, era relativamente alta comparada con el resto de los países del área centroamericana y del Caribe.

   Según informes de la época, entre los años 1950 y 1958 unos 65 mil 200 cubanos fueron admitidos en el país norteamericano como inmigrantes permanentes, lo cual supone una cantidad superior a la de todos los provenientes de Centroamérica y más de la mitad de los caribeños.

   Si bien nos habíamos acostumbrado a cierta estabilidad entre períodos de grandes explosiones migratorias, por regla general asociadas a momentos de reforzamiento de las presiones de índole político o económico, esto realmente representaba una anomalía en una región donde las oleadas de migrantes en el intento de ingresar al territorio estadounidense son asunto cotidiano.

   A pesar de los esfuerzos dirigidos hacia el tema, ninguno de estos ha atacado las causas estructurales de éste, tales como la miseria, la desigualdad y la inseguridad ciudadana, incluso sin estos países sufrir los efectos de un recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero sobre las ya maltratadas finanzas a causa de la COVID-19 y la subsiguiente crisis económica mundial.

   Lejos del discurso alarmista que sugieren algunos al vislumbrar las cifras, estas se pueden tomar como un llamado a reconsiderar cuánto se hace o se deja de hacer por atajar las problemáticas que conducen a un joven, franja etaria predominante entre los emigrados, a no encontrar en el país la satisfacción a sus proyectos de vida.

   Algunas claves para esa respuesta podrían estar en la reactivación de programas sociales impulsados por la Revolución que en la actualidad, bajo el signo de las carencias impuestas, se encuentran algo relegados en el orden de prioridades y también en el empeño de corregir distorsiones y reimpulsar la economía, conscientes de que el cerco imperialista seguirá vigente y por tanto toca reponerse a él con mejor aprovechamiento de las capacidades propias.

   Otro punto clave radica en el vínculo necesario entre la tierra natal y la comunidad cubana residente en el exterior, voluntad expresada en acontecimientos recientes como la IV Conferencia La Nación y la Emigración, celebrada en La Habana los días 18 y 19 de noviembre de 2023.

   En esas ideas no puede faltar la invitación constante a construir entre todos, revitalizar y expandir esa comunidad de intereses, unidad de tradiciones, de fines, fusión dulcísima y consoladora de amores y esperanzas a la que el Héroe Nacional José Martí llamó Patria.