La Guerra Chiquita y su expresión libertaria

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ACN - Cuba
Mando Arreola | Foto: Archivo
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22 Agosto 2025

   La Guerra Chiquita, llamada así por su corta duración (1879-1880), expresó que la llama libertaria aún continuaba encendida en Cuba, pese al frustrado final de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) sellado con el Pacto del Zanjón.

   De alguna manera, la beligerancia contra la metrópoli española en esos pocos meses probó que los descontentos con los resultados de la anterior contienda, mantenían en su espíritu y anhelo la decisión de conquistar mediante las armas la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud.

   También mostró el camino hacia la preparación de la tercera y última Guerra de Independencia (1895-1898), esta vez bajo la organización de José Martí, quien pudo limar diferencias emergidas durante el conflicto de los diez años.

   El 24 de agosto de 1879 en los campos insurrectos volvieron a escucharse los disparos redentores, en respuesta a lo acordado en el Pacto del Zanjón y de algún modo acompañaron las declaraciones del mayor general Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá, al decir que solo cuando viera a su Patria libre de España, entonces colgaría sus armas.

    Fue un movimiento armado que no llegó a alcanzar carácter nacional y en la práctica, resultante de varios alzamientos en zonas de las antiguas provincias de Oriente y Las Villas sin un plan único ni vínculos entre sí, liderado por el mayor general Calixto García.

   Las tareas de organización comenzaron en marzo de 1878, por iniciativa y bajo la dirección de Manuel de la Cruz Beraza, quien en Nueva York acordó con otros compatriotas (Convención Popular) crear una comisión para preparar un plan de acción contra el colonialismo español. Ese organismo quedó integrado por Manuel de la Cruz Beraza, Agustín Múñoz y Feliciano Valdés.

   Con posterioridad, el trío convocó a una segunda sesión durante la cual adoptó la constitución de un Comité Revolucionario de la Emigración cubana, en apoyo a los combatientes que continuaban la lucha armada.

   El 17 de marzo de 1878, una tercera reunión ratificó al entonces llamado Comité de los Cinco, presidido por José Francisco Lamadriz, que comenzó a remitir ayuda a quienes combatían en Las Villas y Oriente.  

   Los miembros del Comité abdicaron sus cargos en favor de Calixto García, y el Comité Revolucionario de la Emigración Cubana pasó a llamarse Comité Revolucionario Cubano, que incluyó a patriotas favorables a la independencia de su Patria.

   Así, pese a logros e intentos por crear un movimiento nacional y un mando militar único, ese Comité no superó divisiones regionales y raciales ni las originadas entre militares y civiles durante la Guerra de los Diez Años.

   El 24 de agosto de 1879 se levantó en armas el brigadier Belisario Grave de Peralta, secundado por el teniente coronel Cornelio Rojas, los comandantes Remigio Almaguer y Luis Hechavarría, junto a unos 200 hombres, en San Lorenzo, cerca del río La Rioja (hoy provincia Holguín).

   Sin embargo, el alzamiento principal ocurrió en la Plaza La Yerba, Santiago de Cuba, donde el 26 de agosto de 1879 con el general José Guillermo Moncada, los coroneles José Maceo y Quintín Bandera, el teniente coronel Rafael Maceo y otros jefes y oficiales, unos 400 hombres salieron a ocupar las regiones previstas.  

   El 27 de agosto de 1879 se alzaron en armas Ángel Guerra (en Holguín), Esteban Varona (en Las Tunas) y Luis de Feria (en Alcalá), y después se sumaron los levantamientos del 23 de septiembre de 1879, en Baracoa, del coronel Limbano Sánchez con 200 hombres, y del 5 de octubre, de Mariano Torres y Jesús Rabí en Bayamo, Jiguaní y Baire.

   Luego ocurrieron los levantamientos del  9 de noviembre de 1879 en Las Villas, al frente de los cuales estuvieron el coronel Francisco Carrillo, el brigadier Angel Maestre (Remedios), el general de brigada Serafín Sánchez (Sancti Spíritus), Francisco Blanco (Arroyo Blanco), Cecilio González (Ciénaga de Zapata); así como Emilio Núñez y el comandante Zamora (Sagua).

   Los alzados en Oriente y Las Villas esperaban la incorporación de Calixto García, Antonio Maceo, Carlos Roloff y otros, para que ejercieran la dirección político-militar, pero las autoridades españolas lo impidieron con persecuciones y controles en Cuba y el extranjero de los principales jefes..

   Y por si fuera poco desplegaron una fuerza de 10 mil soldados desde noviembre de 1879 y de otros 18 mil a principios de 1880 que anularon los levantamientos.

   Calixto García realizó varios intentos para llevar su expedición a la Isla y solo lo logró el 7 de mayo de 1880 y tras enfrentamientos con las tropas peninsulares, sufrir numerosas bajas,  no contactar con el resto de los jefes alzados y confrontar serias dificultades de abastecimiento, aceptó la capitulación  el 3 de agosto de 1880. Fue conducido prisionero a La Habana y posteriormente a España.

   Maceo también fracasó en llegar con una expedición desde Haití, en septiembre de 1879; desde Santo Domingo, en febrero de 1880, y finalmente, desde Islas Turcas, en junio de 1880.

   La falta de un liderazgo político y militar condujo a la deposición de las armas de los alzados. Fue significativo el Pacto de Confluente, firmado el 29 de mayo de 1880, mediante el cual capitularon el mayor general Guillermón Moncada y el general de brigada José Maceo, en tanto que el coronel Emilio Núñez permaneció beligerante hasta el 3 de diciembre de 1880, cuando entregó las armas y finalizó así la Guerra Chiquita.