
¿Qué son dos años de diferencia entre dos niñas, una de 10 y otra de ocho? Nada. Han pasado 47 años y cada vez que oigo: “Pégate al agua Fello, pégate al agua”, un escalofrío recorre mi cuerpo y la tristeza invade mi alma al pensar en el dolor que sintieron los hijos de Wilfredo Pérez Pérez, capitán del avión de Cubana de Aviación saboteado en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976.
Ese sufrimiento está intacto en Cuba por el horrendo crimen de Barbados, la acción terrorista más abominable contra el pueblo cubano, pero también en mí, pues desde entonces me he preguntado cuántos pensamientos pasaron por las mentes de los cinco hijos de Fello al conocer el suceso, y por la de él mismo cuando comprobó que como piloto no podía mantener la aeronave en el aire para salvar las vidas de los pasajeros que traía bajo su responsabilidad.
Por esas circunstancias de la vida, la profesión me permitió en días recientes conocer a Odalis, una de sus hijas, que, al mencionarle mi pequeña historia con su progenitor, sus ojos se empañaron con unas lágrimas que quiso disimular.
Mi papá es mi paradigma siempre, lo digo en presente porque ha sido mi motor impulsor; me hice universitaria y me convertí en una mujer empoderada porque nací con la Revolución que él siempre defendió, expresó Odalis y en su mirada vi firmeza.

“Él me hizo mucha falta en todo el sentido de la vida, pues no lo tuve cuando cumplí los 15 años, cuando me casé, cuando parí a mis tres niñas, hoy convertidas en profesionales, cuando recibí la militancia del Partido tampoco, o sea, en todos esos momentos no tuve su presencia física, hoy lo sigo necesitando”.
Cuba está en la lista de países patrocinadores del terrorismo sin embargo, yo soy historia viva de acciones de esa índole porque a mi papá lo mataron en uno de esos actos, los asesinos pagados por el gobierno de los Estados Unidos, autor de esa espuria lista, comentó esta mujer, Licenciada en Química y dirigente política.
“¡Cuántos cubanos llenos de vida nos han matado! ¡Fello tenía 36 años! No podemos cansarnos de decirlo al mundo, de denunciarlos, porque no vamos a permitir que niños se queden huérfanos por culpa de personas como esas, financiadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), yo soy una de las tantas víctimas de esos actos contra Cuba”, repitió Odalis una y otra vez.
El mes de octubre está lleno de significación y tristeza para mí: el día tres mis padres se casaron, el seis pierde la vida mi papá, el 28 es el cumpleaños de mi mamá y el 29 fallece, relató y su rostro denota lo difícil que ha sido para ella vivir ese mes desde 1976.
Con seguridad digo que Odalis habla también en nombre de los familiares de las 73 personas que viajaban en la aeronave de Cubana de Aviación con destino a Jamaica desde el aeropuerto de Barbados, quienes murieron a causa de una explosión que incendió aquel medio de transporte del tipo Douglas DC-8 y lo obligó a caer en el mar.
Allí viajaban guyaneses, norcoreanos y el equipo de esgrima de la Isla que había ganado el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe categoría juvenil, disputado en Caracas, Venezuela, quienes regresaban a casa con la satisfacción de ganar todos los títulos.
Ese acto terrorista también conmovió a niños como yo, que con solo ocho años de vida sentí como propio el dolor de perder a un ser querido por causa de un crimen orquestado en la capital venezolana por los terroristas de origen cubano Luis Posada Carriles y Orlando Bosch Ávila, quienes contrataron a los venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo para colocar las bombas dentro del CU-455 de Cubana de Aviación. (Lubia Ulloa Trujillo, ACN)