¡Estas sí son cubanas!

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Maité Rizo Cedeño | Foto ACN Web
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13 Octubre 2016

  La mujer cubana, esa de talle gracioso y de andar salamero con gracia especial, ha sido cantada, pintada, esculpida y motivo de elogios por su belleza y estirpe de luchadora.

  La mujer cubana, esa de talle gracioso y de andar zalamero con gracia especial, ha sido cantada, pintada, esculpida y motivo de elogios por su belleza y estirpe de luchadora.
   Estuvo aquella que se fue al monte con sus hijos y cambió la comodidad de su casa por el guano en la montaña, al quemar sus propiedades antes que entregar su libertad al español.
   La que incitó a sus retoños a internarse en la manigua para luchar junto al padre por la Patria, y lamentó no tener más que ofrecer a Cuba.
 O aquella que se quedó en la ciudad para sacar adelante a los pequeños, sola en medio de las vicisitudes, pero animando al amado esposo a continuar con la distancia impuesta por el deber.
  La mujer cubana estuvo en las luchas independentistas, fue mensajera y activa luchadora durante la clandestinidad, y cuando los barbudos conquistaban la Sierra Maestra allí estuvieron ellas, para cargar mensajes engalanados con mariposas, tomar las armas para el combate, o llevar a Martí a cuidar de todos “desde la cima de lo conocido”.
   Han sido parte de cada proceso. Con o sin derechos, las cubanas buscaban su espacio en la colonia, en la república, hasta que por fin encontraron el anhelado lugar en la Revolución.
  Con la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, las féminas de la isla se convirtieron en motor impulsor de la nueva obra.
  Las cubanas han estado en la vanguardia del arte, de los deportes, de las ciencias; las vemos en una finca cortando marabú y transformando la tierra árida en frondosos bosques, o en los laboratorios en busca de nuevos fármacos, o en casa manteniendo en pie el hogar y cuidando de los hombres y mujeres del mañana.
   A las cubanas nos quedan retos por delante, no solo desde la crianza de los hijos, también desde las trincheras del trabajo y en la búsqueda de la igualdad.
   En Cuba, donde las mujeres gozan de derechos en todas las esferas, también se debe seguir enfrentando una sociedad con rasgos machistas, donde perduran rezagos de violencia y silencio, amenazas, golpes, límites que se aguantan por baja autoestima o pocos ingresos económicos.
  Si la Revolución nos da la posibilidad de fraguar un futuro en el que cumplir aspiraciones laborales acordes con la capacidad y el talento, por qué desaprovechar la oportunidad de construir la familia desde la equidad, el amor y no desde la subordinación.
   Es necesario crear un hogar donde la mujer no esté obligada a llegar del trabajo a las seis y tener la comida lista a las siete; la ropa de los hijos y el marido arreglada a las ocho; la casa limpia a las nueve; fregadas las vasijas a las 10, y deseos de ser mimada a las 11… y repetirlo todo al otro día.
   Queda el reto de desterrar los viejos mitos que solo patentan la realización de las féminas si están respaldadas por la figura masculina; aquel refrán que dicta que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, y por qué no decir a su lado.
   La mujer cubana, además de hermosa por la mezcla de culturas que la forjó, es incansable, trabajadora, valiente frente a la vida, y sin que parezca abuso de adjetivos, todo lo bueno que se diga de las hijas de Cuba será siempre poco.
   Pero aún nos queda luchar, y enseñar a los que nos rodean la consideración y el respeto, hacernos valer, sin que parezca consigna. Para que la cubana sea por siempre, como dice aquel viejo son… la perla del Edén.