El orgullo de Arelys: Donar sangre

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Yasel Toledo Garnache
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24 Junio 2016

Arelys Guerra Cuba, de 59 años de edad, suma 94 donaciones de sangre y es una de las más destacadas en esa actividad a nivel de país.

Arelys Guerra Cuba, de 59 años de edad, suma 94 donaciones de sangre y es una de las más destacadas en esa actividad a nivel de país. Con naturalidad, asegura que la meta más cercana es llegar a las 100 y seguir mientras tenga salud.

Esta carismática pobladora del municipio granmense de Jiguaní cuenta que realizó la primera a los 14 años entusiasmada por varios familiares, quienes donaban, y ella quería hacerlo también.

“Lo recuerdo como si fuera hoy. No tuve ni una pizca de miedo y mi mamá al principio me dijo que no porque yo era una niña, pero luego se sintió orgullosa”.

Añade que ahora comprende más la importancia de ese gesto y por eso lo hace cada cuatro meses, que es el menor tiempo permitido para las mujeres.

Esta señora de piel blanca, estatura bajita, permanente sonrisa y jaranera se levanta todos los días a las cinco de la mañana y llega una hora antes de lo establecido a su centro de trabajo, la unidad recreativa La Rivera, donde es auxiliar de limpieza.

“Primero le preparo el desayuno a mi esposo, y vengo temprano porque me gusta estar en activo. Desde chiquita soy laboriosa y eso se lo debo a mi mamá y a mi papá, quienes se levantaban antes del amanecer”.

Para ella, donar sangre es motivo de alegría, pues contribuye a salvar la vida de otros. Uno de sus recuerdos más agradables es la vez que la contactaron, porque había un niño grave y, sin pensarlo, se montó en la ambulancia y fue a brindar su ayuda.

Después de la desesperación, el padre del pequeño sintió tanto alivio que quiso demostrar el agradecimiento con mil pesos en moneda nacional, pero ella dijo no, porque jamás aceptaría dinero por algo así. “Mi mayor pago es sentirme útil y saber que contribuyo a la salud de otros”, asegura.

Agrega que ojalá muchas más personas se sumen a esta iniciativa desinteresada, donar sangre, para encender luces de esperanza en el interior de hospitales y viviendas.

Arelys Guerra camina por las calles de su Jiguaní natal y casi todos la saludan. A veces, le dicen algún chiste o un elogio, y responde con tremenda agilidad mental, luego suelta una carcajada.

“Siempre soy así, trato de nunca estar seria y a los demás les encanta, aquí me conoce casi todo el mundo y me siento de maravillas”, añade sonriente.

En el Banco de Sangre del reparto jiguanisero Hermanos Gómez, donde recepcionan 120 donaciones cada mes, como promedio, la reciben con besos y abrazos. Ella saluda a todos y motiva sonrisas con sus ocurrencias.

Según la licenciada en Medicina Transfuncional Susana Gutiérrez Llibre, Arelis es una persona maravillosa y siempre va sin necesidad de que la llamen, para ofrecer su sangre.

Ella la escuchaba con orgullo. Minutos después se despidió y volvió a su centro de trabajo, porque “debía barrer y tener todo listo”, dijo. Así siguió en su quehacer cotidiano Arelys Guerra, amante de la vida y la bondad, siempre atenta y con una respuesta o un chiste listos ante algún amigo.