Educación especial: noble conquista de la Revolución cubana

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ACN - Cuba
Yadira Nuñez Figueredo | Foto: Rodolfo Balco Cué
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05 Enero 2024

La sensibilidad y el amor incondicional hacia el magisterio se conjugan en la escuela especial Antonio Suárez Domínguez, de Camagüey, para contribuir a la inclusión social de niños con deficiencias sensoriales.

   A esa admirable labor se ha dedicado por más de 34 años la profesora Idelmis Lío Bisbé, quien se desempeña en un aula incluida de pequeños con baja visión e hipoacúsicos profundos.

   La tarea es compleja, asegura, pues demanda atender las necesidades individuales de cada infante, en correspondencia con su diagnóstico. Por ejemplo, quienes padecen algún trastorno visual requieren atención con telelupas o atriles, y en el caso de que presenten padecimiento auditivo nos enfocamos en la administración del aire o la lectura labio-facial.

   Aunque esta educadora ha tenido la oportunidad de trabajar en otros niveles educativos, afirma que siente una conexión muy fuerte con esta enseñanza pues es la que más dedicación exige, ya sea durante las clases, la revisión de las tareas o el seguimiento al diagnóstico.

   Con 32 años de experiencia, Libia Menéndez Navarro imparte la asignatura de Estimulación visual a alumnos ciegos y de baja visión. Desde las primeras edades, comenta, se ubican en el centro a partir de la evaluación de los especialistas en Oftalmología, para enseñarlos a usar el resto visual que poseen.

   Para lograr ese objetivo, señala, los pequeños comienzan a atenderse en el salón de estimulación temprana y mediante las ayudas ópticas y no ópticas aprenden a ver con sus espejuelos, y al mismo tiempo se usan macrotipos para la ampliación de la lectura y se utiliza el contraste de colores para propiciar mejor visión.

   Como parte de la enseñanza que se imparte en ese plantel, los infantes reciben otras materias como la Lectoescritura Braille para que logren leer y escribir, habilidades de la vida diaria donde adquieren herramientas básicas para realizar las tareas domésticas y en otros escenarios sociales, además de Orientación y movilidad para que puedan desenvolverse en el espacio y buscar la posición más favorable en su puesto de trabajo.

   En la “Antonio Suárez Domínguez”, agregó, también se promueven varias actividades complementarias con el propósito de compensar las necesidades educativas especiales de los educandos en aras de afianzar y potenciar el justo equilibrio en su desarrollo integral.

   La familia tiene una función vital en el éxito del aprendizaje. Es por eso que los padres participan con los maestros y especialistas en las consultas de baja visión, donde se les enseñan las técnicas del uso del bastón, el sistema de Lectoescritura Braille, la sensopercepción, el uso de los colores y al mismo tiempo se les recomienda bibliografías de apoyo.

   Nos regocija mucho apreciar los avances de los niños durante su tránsito por la institución. Resulta muy gratificante ver cómo llegan aquí sin saber moverse y a partir de las clases y el tratamiento que les brindamos pueden continuar estudios en otros niveles de enseñanza, un logro que, sin dudas, nos compromete a continuar escribiendo cada día historias de profunda ternura, indicó Libia Menéndez Navarro.

   Y es que esa obra de infinito amor adquiere mayor dimensión cuando se sortean los obstáculos que impone el bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos a Cuba.

   Esta escuela especial, asevera su directora Ibelsy González López, atiende a 34 niños, de ellos 16 sordos hipoacúsicos y 18 con baja visión. Ellos enfrentan dificultades con las prótesis auditivas, pues no existen los moldes necesarios para su fabricación.

   Por otra parte, refirió que hace más de 15 años no se benefician con cartulinas braille y las máquinas  de ese sistema también son deficitarias.

   No obstante, se emplean alternativas, dijo, y se ha logrado utilizar piezas de algunos equipos ya obsoletos para reparar los que actualmente funcionan.

   En medio de carencias y limitaciones, alumnos como Yandiel Hernández Guisao, de quinto grado, se apropian de los conocimientos necesarios en cada curso escolar, y con esa naturalidad que caracteriza a los de su edad, confiesa que la Matemática es su asignatura preferida y que quiere mucho a su maestra Idelmis, por los cuidados y el cariño que les ofrece.

   Yudith López Espinosa es de los logros más notables de la educación especial en Cuba. Con orgullo habla de su desempeño en la impartición de la Educación Artística, y de cómo con 12 años de graduada ya alcanzó el título de Máster en Educación Ciudadana.

   Me siento inmensamente feliz de ejercer el magisterio en este centro porque puedo enseñarles a niños ciegos como yo, las habilidades imprescindibles para incluirnos en la sociedad, añadió.

   Aquí mi trabajo consiste en que ellos aprendan a cantar, recitar poesías, actuar en obras de teatro y apoyarlos para que desarrollen la Lectoescritura Braille, con la motivación de verlos crecer y realizar cada uno de sus sueños, que de alguna manera, también son los nuestros, apuntó.

   Y es que si de sueños se trata, Yudith no solo se siente satisfecha en el ámbito laboral, al llegar a casa encuentra la familia que formó con su esposo, quien padece de baja visión, y sus dos hijas, una de ellas con el mismo diagnóstico del padre. Con ellos comparte no solo la vida, sino también la buena voluntad de hacer cada día algo más por sus alumnos.

   En una sociedad en la que todo el mundo cuenta y el derecho a la enseñanza es gratuito, universal e inclusivo, la educación especial se reafirma como una conquista de las más humanas y nobles de la Revolución cubana.

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