"Me siento maestro antes que escritor, enseñar es mi gran vocación”, confesó el destacado narrador, periodista, crítico y editor Eduardo Rafael Heras León.
El Premio Nacional de Literatura 2014, junto a otros notables intelectuales prestigió por estos días en Guantánamo la octava Fiesta del Libro UNIÓN.
Entre promociones, lecturas de obras, paneles y extensiones a diversas entidades, sin dudas fue Heras León protagonista, y a él se dedicó un espacio para intercambiar con público y escritores locales e invitados, en la sede provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), auspiciadora del evento.
El “chino Heras” -como es conocido en el mundo intelectual- sostuvo amena plática sobre las satisfacciones de su trayectoria profesional, en especial como formador de nuevas generaciones de literatos. Se refirió a la importancia de apoyar a quienes se inician en el oficio e hizo énfasis en su pasión por la pedagogía.
“No solo se trata de dar sino también de recibir, el magisterio es sagrado y cuando deje de escribir seguiré siendo maestro. No me concibo sin un aula”, apuntó el también reconocido crítico literario y de danza, Premio Nacional de Edición 2001 y quien a sus 75 años mantiene la virtud de cautivar con la palabra.
Tiene entre sus manos una nueva entrega cuentística, género que lo ha trascendido como una de las figuras más prestigiosas de las letras cubanas. Desde 2012 no publica pero dice que la felicidad le llega por caminos equivalentes, cuando sus alumnos lo hacen, porque se ve reflejado en sus obras.
El “ajiaco cubano” de razas mezcladas bendice su rostro siempre juvenil -no obstante haber nacido en 1940- y bien combina con su actitud y ganas de hacer.
Habló de su apuesta por los jóvenes, por quienes no se retira, y señaló entre sus grandes alegrías su labor como fundador, director y docente del Taller (más tarde Centro) de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso, que celebra este año su aniversario 17 de creado, y por cuyas aulas han pasado cerca de mil discípulos.
De los inicios de esa experiencia recordó “una conversación inolvidable” con el Líder de la Revolución Fidel Castro, de quien ratifica “es un narrador natural”, y como aquel entonces –al propio Comandante- ahora puso nuevamente de ejemplo del uso de recursos narrativos al célebre alegato de autodefensa La Historia me Absolverá.
Esa vez –rememoró- Fidel lo incentivó a impartir clases de técnicas narrativas, en la Televisión Nacional, en lo que devino curso inaugural del programa Universidad Para Todos (en octubre de 2000), uno de los más ambiciosos y extraordinarios proyectos culturales de la Revolución.
Aunque difícil –dijo- por asumir grabaciones en vivo, “esa ha sido también una de mis más gratificantes experiencias, mi granito de arena a esa iniciativa”.
“Las personas me reconocían en la calle y agradecían mi trabajo como profesor. Hasta una veterana maestra me abordó y afirmo haber desempolvado sus libros ya arrumbados, incentivada por las clases en la TV”.
“Esas expresiones son inolvidables, como el halago de alumnos y amigos al recibir la condición Maestros de Juventudes, y el abrazo del Comandante en Jefe, cuando en ocasión del primer aniversario de Universidad Para Todos, me entregó el diploma y la réplica del Martí de la Tribuna Antiimperialista”.
La plática entusiasta de Heras León en Guantánamo –durante la semana que concluye- sin dudas también motivó a muchos presentes a desempolvar olvidados textos, a apostar por la constancia en la vocación, y a quienes se dedican al arte de enseñar a reafirmar o reencontrarse con la valía de su trabajo.
Durante el octavo capítulo de la Fiesta del Libro UNIÓN en la provincia más oriental se presentaron y comercializaron cerca de una treintena de volúmenes, y entre ellos sobresalió –por la acogida de los lectores- el de cuentos Dolce Vita (Ediciones UNIÓN, 2012), el más reciente del chino Heras.
Promover las publicaciones y autores del sello editorial de la UNEAC, es propósito del encuentro en el guaso, que desde su institución se ha prestigiado con la asistencia de estelares de las letras cubanas, incluidos los también Premios Nacionales de Literatura, Ambrosio Fornet, y el eterno Jaime Saruzky.