Cuando el agua no cae del cielo

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William Fernández Jiménez|Foto|Archivo
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20 Noviembre 2015

 

  

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Desde tiempos pasados, las personas mayores señalaban que del cielo solo cae agua, pero en estos tiempos hasta el mismo Matusalén se las vería negras para predecir si lloverá o no.

   Lo cierto es que la madre naturaleza le sacó tarjeta roja a las precipitaciones esperadas en Cuba de acuerdo con la estación, al menos por el momento.

  Esa situación, nada agradable para los hombres y mujeres de la agricultura ni para los factores de recursos hidráulicos,  obliga a desplegar ingentes esfuerzos para mantener la vitalidad de la economía nacional y el abasto de agua de la población.

   La sequía, en un proceso de varios meses,  se ha impuesto en gran parte del territorio nacional. Como resultado hay una condición crítica  marcada por la baja notable del líquido en los acuíferos subterráneos y las principales cuencas, que motivó la adopción de medidas emergentes, puntuales y de carácter estratégicos para solventar el problema.

   Entre las acciones emprendidas con carácter inmediato están la construcción de nuevas conductoras, la reparación de redes técnicas, la organización de brigadas especializadas y la compra de equipos y medios para acometer las inversiones propuestas en los planes de contingencia.

   En la agricultura, donde se pierde una gran cantidad de litros por segundos por el estado técnico de las redes y el ineficiente uso de los sistemas de riego, fueron adoptadas medidas para reducir las pérdidas y mantener la producción de alimentos.

  Entre las principales indicaciones emitidas por los diferentes puestos de mando para enfrentar la sequia, se encuentran la prohibición de usar el riego por aniego, reubicar cultivos y sembrar variedades que consuman una menor cantidad del preciado elemento.

   También los especialistas del Ministerio de la Agricultura recomendaron aprovechar las locaciones en las cuales existen condiciones para fomentar polos productivos en los cultivos principales del organismo y que tributan al programa de sustitución de importaciones.

   En cada jornada, las delegaciones provinciales de la agricultura y los Grupos de Enfrentamiento a la Sequia en cada uno de los municipios del país, analizan el cumplimiento de la distribución de agua mediante pipas a los pobladores y dependencias de la producción y los servicios.

   Ante la falta de precipitaciones en las zonas agrícolas, los campesinos multiplican el uso de las tecnologías, como la labranza cero que permite mantener la humedad de la tierra con los residuos de las cosechas de las propias fincas.

   También se eleva el uso de riego por aspersión en los sembradíos para posibilitar el uso racional y se reducen los tiempos de riego, a  partir de la entrega de medios más eficientes para acometer la actividad.

   Otras acciones preventivas emprendidas apuntan a la limpieza de canales, diques, zanjas, reservorios y presas para reducir las pérdidas.

   Según estudios y evaluaciones presentadas por expertos en diversos congresos internacionales, además,  es recomendable mantener una gran población de plantas en las áreas para evitar la erosión de los suelos.

   Por otra parte, al estar compactada la superficie de la tierra se hace más difícil que el agua, que se espera caiga del cielo en algún momento, llegue a las capas subterráneas, por lo cual es importante mantener la rotación de cultivos  para aprovechar los sustratos.

   Cuba enfrenta la peor sequía de los últimos 115 años, que ha llevado al país a aplicar un plan de contingencia para casos extremos, que involucra  a las más altas autoridades de la Isla, el  Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos,  y otras  entidades e instituciones.