Control biológico con plantas, solución desde el eje del dilema

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Odalis Acosta Góngora | Foto internet
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14 Noviembre 2016

 

Cómo tener la seguridad de estar consumiendo alimentos sanos, libres de químicos y tóxicos, ha sido siempre un dilema entre los consumidores de productos agrícolas, tanto en el campo como en la ciudad.

  Cómo tener la seguridad de estar consumiendo alimentos sanos, libres de químicos y tóxicos, ha sido siempre un dilema entre los consumidores de productos agrícolas, tanto en el campo como en la ciudad.
  Las plantaciones de col, por ejemplo, reciben elevadas dosis de insecticidas para evitar el ataque de plagas, que en la mayoría de los casos se comen la hoja hasta dejarla en un estado deplorable; de ahí que la solución para muchos productores esté en la fumigación.
Sin embargo, se han demostrado otros métodos que contribuyen también a erradicar insectos, entre ellos, los cultivos trampa, como su nombre lo indica, especies de plantas que se siembran en el perímetro del cultivo principal, y que por sus características, tienen la capacidad de atraer a los insectos dañinos, manteniéndolos alejados para que no
causen perjuicio.
  Este aparece como un componente del control integrado de plagas y es de grandes ventajas para la agricultura, aunque muchos no logren comprender la importancia de su uso para la protección fitosanitaria de los plantíos.
  Con mucha frecuencia observamos este método en áreas de organopónicos, huertos intensivos, parcelas y patios de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, otras de las alternativas que se aplican en Cuba para obtener alimentos sanos.
  A diferencia de los fungicidas y plaguicidas convencionales, el control biológico con plantas, ofrece independencia y sostenibilidad a los agricultores, y además, evita la contaminación del manto freático y de las aguas superficiales, así como también, ofrece mayor protección a los suelos que no afectan su PH con la presencia de productos nocivos.
  La totalidad de los municipios artemiseños, cuentan con puntos de venta de la Granja Urbana donde se expenden alimentos netamente ecológicos, los cuales mantienen elevada aceptación popular, pues la cultura de consumo muestra síntomas de cambios en este territorio, agrícola por excelencia.
  María Batista, por ejemplo, moradora del municipio de San Antonio de los Baños, compra sus vegetales, únicamente, en los huertos familiares La Loma y La Circunvalación, pues tiene la certeza del exigente control biológico  que en esos lugares se da en cada cantero.
  Similar ocurre con los frutales, específicamente con la Fruta bomba y los plátanos, madurados de manera natural sin la presencia en ellos de químicos como el flordimex , un acelerador para la maduración, que de usarse en dosis inadecuadas, pudiera poner en riesgo la salud humana.
El sitio digital Terraria.com, que actualiza a los cibernautas con informaciones relacionadas con el sector agrícola, explica en qué cultivos es recomendable el uso de este químico y cuántos litros por hectárea debe aplicarse, en dependencia de las condiciones del fruto.
  Al mencionar los peligros que entraña su uso inadecuado, profundiza en las lesiones oculares, la irritabilidad de las vías respiratorias, pero también, en los daños medioambientales con efectos nocivos duraderos.
  Para lograr en Cuba una agricultura sostenible y saludable, competitiva en todos los mercados, incluso, de aceptación al paladar exigente de los turistas, en ascenso cada año, es preciso continuar las acciones de capacitación entre las personas que de alguna u otra manera son responsables de las producciones.
  Todos deben involucrarse, desde los pequeños agricultores, hasta los grandes empresarios, sin obviar los propietarios de pequeñas parcelas de autoconsumo y los beneficiarios por el Decreto Ley 300, que ampara el uso adecuado de la tierra en calidad de usufructo.
  Es preciso además que los consumidores incrementemos nuestra cultura agroecológica, como garantía de una alimentación en correspondencia con los estándares establecidos.