Hoy, con la partida física del Comandante en Jefe Fidel Castro multitudes lloran en todo el mundo, y la joven cubana Reilys Griñán García es seguramente una de esas personas que no necesitan hablar para manifestar su dolor, porque su rostro lo dice todo.
Es que, cuando era niña, Reilys tenía tres grandes sueños: ir a La Habana, salir en la televisión y ver a Fidel, pero, sin dudas, el más anhelado era el de conocer personalmente y besar en la mejilla al hombre absuelto por la historia.
A sus 26 años, esta periodista de la ciudad de Santiago de Cuba cumplió tempranamente sus deseos, especialmente el encuentro con el líder de la Revolución, durante su participación en una Revista Militar en la Plaza Antonio Maceo Grajales, de esta urbe oriental el dos de diciembre de 2001.
Con motivo del aniversario 40 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el 45 del desembarco del yate Granma tuvo lugar esa actividad, y luego un acto de homenaje en el Salón de los Vitrales a los expedicionarios que aún vivían, señala.
A mí me correspondió entregarle el reconocimiento a Fidel, quien jocosamente me dijo: “Yo pensé que se habían olvidado de mí”, pues lo habían dejado de último, manifestó la joven.
Ante sus palabras, sonreí y le respondí: “Comandante, a usted siempre lo recordamos y lo tenemos presente”, comenta.
Luego me dio un beso y le leí una poesía que había escrito para él, uno de cuyos versos decía: “Fidel, tú bajaste de lo oscuro, alumbrando el futuro, para hacernos hombres puros, con un porvenir seguro”, recuerda.
Estaba un poco nerviosa, propio de una niña de 11 años, afirma, sobre todo por encontrarme ante un hombre como él, tan alto e imponente, con una presencia que llenaba y opacaba todo lo demás, pues él solo era como una multitud, de manera que únicamente podía concentrarme en su figura, destaca.
Después del acto, me llamó para tomarnos una fotografía, junto a otra pionera que había pronunciado un discurso en la Revista Militar y alumnos de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, de Santiago de Cuba, que también habían homenajeado a los expedicionarios del Granma.
Esa instantánea, la cual recibí unas jornadas después, marcó para siempre mi vida, y lo que más recuerdo fue que enseguida lo abracé, un instante único y especial que jamás olvidaré, subraya.
Al otro día, cuando llegué a la escuela, grande fue el recibimiento de mis profesores y compañeros, pues me habían visto la noche anterior en el Noticiero de la Televisión Cubana, frente al Líder de la Revolución, el hombre al que millones de personas deseaban ver al menos una vez.
En su infancia, esta santiaguera deseaba más que nada conocer a Fidel, el eterno amigo de los niños cubanos, hasta entonces solo admirado por ella en libros, fotos y a través de una pantalla; viajar a la hermosa Habana, sentarse en su malecón y salir en la televisión, tal vez fue un aviso de su vocación periodística.
Cuando menos lo esperaba, Reilys cumplió al mismo tiempo dos de ellos, y convertida hoy en toda una joven profesional, al recordar ese momento aún conserva en la mirada el brillo inigualable que solo dan las grandes alegrías.
Tuvo la dicha de haber conocido al eterno expedicionario, guerrillero, rebelde, orador de verbo elocuente, sabio, conocedor de los temas más insospechados, al Comandante del corazón de multitudes, esas que hoy ante su desaparición física están consternadas, y a la vez, seguras de la permanencia de su legado para todos los tiempos.
Por Ledys Tassé Magaña | Foto Internet
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28 Noviembre 2016
28 Noviembre 2016
hace 8 años