Cuando pensamos en el cine cubano, un botón activa imágenes icónicas en nuestra mente: el abrazo de Diego y David en Fresa y Chocolate, el grito de Isabel Santos ante su amor acribillado a balazos en Clandestinos, o la mirada aguda de Sergio Corrieri soñando La Habana con su telescopio en Memorias del Subdesarrollo.
En el contexto de la Jornada por la Cultura Nacional, la ACN se acercó al crítico y periodista Joel del Río para conocer cuáles han sido, a su juicio, los 10 filmes más representativos de nuestra identidad como cubanos, esa que Don Fernando Ortiz describe como el complejo de sentimientos y actitudes que reflejan la conciencia de haber nacido en esta Isla.
Películas inmortales como Memorias del subdesarrollo (1968), Lucía (1968), La primera carga al machete (1969), Retrato de Teresa (1979), Suite Habana (2003), La muerte de un burócrata (1966), Los pájaros tirándole a la escopeta (1984), Un hombre de éxito (1986), Los días del agua (1971) y la más reciente Conducta (2013) resultan las listadas por el también profesor de la Facultad de Medios Audiovisuales.
Si bien este comentario no pretende reseñarlas todas, sí recuerda algunas de ellas y su esmerado empeño por atrapar las palpitaciones del cubano común, y por redescubrir ciertos momentos trascendentales a la hora de contar la historia del país.
De una manera casi inconsciente los aportes del séptimo arte nacional a la cultura, sobre todo a partir de mediados de la década de 1960, se hicieron evidentes en una suerte de esfuerzos por parte de los creadores al describir, escudriñar y recompensar el modo en que los cubanos vivimos y nos reinventamos.
Memorias…, no solo habla de la Cuba de 1968, sino que también discursa sobre su cultura, el socialismo, la esponsabilidad, la justicia, el neocolonialismo; mientras Lucía (producida el mismo año), nos presenta la lucha de la mujer por integrarse a la sociedad y resulta a la vez, como la calificó su director Humberto Solás, un filme sobre la sociedad misma.
|
Memorias del Subdesarrollo. Largometraje de ficción producido por el ICAIC en 1968. Dirigido por Tomás Gutiérrez Alea (Titón) |
Ambas constituyen reflejo de un período de profundos cuestionamientos sobre el pasado, y del comenzar a reconocernos como el primer territorio socialista del hemisferio occidental.
Con la misma voluntad inquisidora, Retrato de Teresa, el primer largometraje de ficción dirigido por Pastor Vega, retoma el papel de la fémina en la nueva sociedad y refleja con exactitud, matices importantes en el camino a la consecución de la igualdad de derechos entre los sexos.
En medio de este afán por explicar y escenificar el pasado, aparece Un hombre de éxito, historia que rompe con la solemnidad y el historicismo, estableciendo sobresalientes giros en la trama de la película de época tradicional, y en la caracterización de los personajes para aludir al presente, y a los defectos y virtudes de la identidad local.
Un poco después, a lo largo de la década de 1980, un grupo de cintas insistieron - según ha expresado Joel del Río- en restituirles al cine su lugar como expresión del arte popular a través de la estrategia humorística y paródica.
Es el momento de personajes e historias con final feliz que conectaron con el espectador como Los pájaros tirándole a la escopeta (1984, de Rolando Díaz) y Una novia para David (1985, de Orlando Rojas), entre muchos otros.
En 2003 se produce una entrega que propone una imagen de la cubanía totalmente diferente: Suite Habana, del director Fernando Pérez. Esta creación formula como posible la construcción de lo cubano desde lo introspectivo y espiritual, frente a una representación cinematográfica de la cubanidad fuertemente dominada por la exaltación de la extroversión, el choteo y la viveza.
|
Suite Habana. Largometraje documental cubano creado en el 2003. Una coproducción Cuba - España. Dirigida por Fernando Pérez. |
Otra de las grandes películas que permanecerá en la memoria de los cubanos por mucho tiempo es Conducta, segundo largometraje de Ernesto Daranas, que se sumerge en el corazón capitalino y en nuestro sistema educacional, para finalmente demostrarnos que solo la ética nos salva y que de ella depende el futuro de la nación que queremos construir.
Pocos podrán olvidar los parlamentos de la profesora Carmela, o las frases de la pizarra del aula de sexto grado, o a la pionerita Yeni colocando una estampita de la Virgen de la Caridad del Cobre en el mural de su escuela, porque como dijo el crítico Antonio Enrique González: “…este gesto espontáneo, revive la martiana fórmula del amor triunfante, Con todos, y para el bien de todos”.
En su momento opinó el cineasta Fernando Pérez: “Una nación solamente existe donde haya un movimiento cultural intenso, fuerte; donde el pensamiento y el espíritu esté expresado a través de las obras artísticas de una manera contradictoria, conflictiva y compleja. Porque no aspiramos a un cine de propaganda, a un cine modélico ni didáctico: aspiramos a un cine que participe, complejice, provoque la discusión y el pensamiento”.Todas estas perspectivas y abordajes resaltan la capacidad del cine cubano para seguir discursando dentro y fuera de la pantalla acerca de las dinámicas de transformación de la sociedad que vivimos, sus retos y necesidades.