Este 28 de octubre se cumplen 57 años de su desaparición física y el sentimiento por Camilo Cienfuegos se acrecienta en el pueblo cubano, más allá de la leyenda generada por la vida extraordinaria y breve de este héroe de la Patria.
Recordado como el Héroe de Yaguajay, Señor de la Vanguardia, Comandante del pueblo, su lealtad a la Revolución y a su máximo líder, Fidel, Camilo se salvó, además de ser considerado como un simple ícono , de esos que se recuerdan en los murales, gracias a su inmenso humanismo, forjado tal vez por su origen humilde, y expresado de manera reiterada en su sonrisa franca, jovialidad y proverbial cubanía.
Hay tantas anécdotas y acciones que lo devuelven campechano, bromista sin parar, sincero, divertido, el primero en todo, amante del deporte, incansable ante el deber, justo, valiente, leal, trabajador, buen hijo y amigo, patriota…
Nació en La Habana, en la barriada de Lawton el seis de febrero de 1932. Fue hijo de emigrantes españoles pobres. Cursó sus primeros estudios en humildes escuelas públicas y desde temprana edad mostró su carisma, carácter extrovertido y un actuar proclive a la justicia, pues defendía a sus compañeritos más desvalidos en las disputas infantiles.
Sus vínculos con las luchas sociales urbanas se remontan a 1948. A mediado de la década de los años 50 viaja dos veces a Estados Unidos, en busca de mejoras económicas y también porque debido a su
participación en protestas junto a los estudiantes estaba fichado por la dictadura batistiana.
Denegado por segunda vez su permiso de residencia en EE.UU. y debido a sus inquietudes políticas y revolucionarias, el joven Camilo Cienfuegos viajó a México en septiembre de 1956 para incorporarse al
proyecto liberador que allí preparaba desde el exilio el abogado Fidel Castro.
Camilo fue aceptado por Fidel y fue uno de los 82 expedicionarios que viajaron desde Tuxpan, México, con destino a Cuba, para desembarcar en Las Coloradas, al sur de la provincia de oriente, el dos de diciembre de 1956. Venían a librar el combate definitivo por la libertad y el decoro de la Patria.
Junto a Fidel , Raúl, el Che y Juan Almeida, Camilo Cienfuegos fue uno de los más brillantes jefes y estrategas militares del combate revolucionario que condujo al triunfo del primero de enero de 1959.
Una de las páginas más destacadas de la historia de su vida resultó su participación como jefe de la Columna 2 Antonio Maceo, en la recordada Invasión de Oriente Occidente que extendería las acciones
militares al resto del país, tal como lo hicieran los mambises en la Guerra Necesaria. Era la ofensiva final del Ejército Rebelde en el último trimestre de 1958.
El Che lo acompañaba en esa gran misión de forma “paralela”, con acciones independientes y coordinadas cuando era necesario, al frente de la Columna Ciro Redondo.
Esa extraordinaria hazaña encendió la antorcha de la lucha en toda la Isla y el camino hacia la libertad se hizo entonces irreversible, también con el reforzamiento de los combates en importantes enclaves orientales donde estaba la Comandancia general del Ejército Rebelde.
En la famosa batalla de Yaguajay, en la antigua provincia de Las Villas, Camilo brilló como nunca por su arrojo, valentía y estrategia de jefe guerrillero. Ese combate devino decisivo en el debilitamiento de la dictadura de Fulgencio Batista, a la que solo restaban horas en aquel momento del 31 de diciembre de 1958.
Después del triunfo revolucionario, se sabe, Camilo no descansó un minuto en el cumplimiento de las taras encomendadas por Fidel, quien confiaba en él, no solo por su trayectoria sino también por ser un genuino representante del pueblo cubano, como expresó alguna vez.
Camilo Cienfuegos desapareció en el mar, cuando regresaba de cumplir una misión de suma importancia para la Revolución que había abortado un hecho de alta traición. Aunque los niños y estudiantes llevan flores al mar, ríos y lagos cada 28 de octubre, saben que se trata de un gesto agradecido y de homenaje, pero allí no lo encontrarán. Lo llevan siempre en el corazón y está entre los héroes
más queridos.