El repiquetear de tambores, las danzas fervorosas y coloridas y cánticos en dialectos que evocan a los ancestros africanos, no cesan en la casona de la barriada de San Justo, en la ciudad de Guantánamo, sede del Ballet Folclórico Babul, que celebra el venidero 17 de noviembre 20 años de fundado y de defensa de los bailes y músicas del Caribe.
Cada día de entrega, en ensayos o en la escena, aflora lo mejor del ritmo color ébano de sus 20 bailarines y 15 músicos, quienes preservan sus raíces culturales regocijados en los versos del insigne coterráneo Regino Boti (1878-1958):
(…) “Y a lo lejos el babul/ con su trueno a contrapunto/de tamborones y marugas/ (…) Babul afrocubano/ ancestro del jazz-band/ babul, babul/ Tacatá, tacatá/ Tacatá, tacatá/.
Fundada y dirigida hasta nuestros días por el maestro Ernesto Llewellyn, esta compañía tiene de su parte la autenticidad, por ser una de las de su tipo en el país exponente de la influencia que anglo-caribeños y franco-haitianos ejercieron en la región más oriental de Cuba, donde encontraron puerto seguro de vida.
Apoyándose del rico legado músico-danzario de esos inmigrantes, Llewellyn inició en 1994, junto a sus bailarines, una carrera sin retrocesos, que ahora exhibe reconocimientos de festivales de la nación, del público y especialistas, y el honor de haber representado a la cultura cubana en varios escenarios del mundo.
La agrupación se instituyó el 12 de abril de ese año, pero no fue hasta los días 17 y 18 de noviembre que se presentó por primera vez en público con un programa que comprendió coreografías del propio director.
Entre esas primarias obras destacó, por su belleza escénica, la bautizada con el nombre del grupo, “Babul”, vocablo rítmico y onomatopéyico que alude al retumbar de tambores de los antepasados africanos, y el cual, como ya se expuso, evocó en sus versos el más ilustre intelectual guantanamero de todos los tiempos.
Hoy, este conjunto sobresale entre los distintivos del ascendente desarrollo de la manifestación en su provincia, y su repertorio habitual comprende más de 70 piezas danzarias y musicales del folclore criollo, franco-haitiano y anglo-caribeño.
Precisamente, varios de sus miembros forman parte de la numerosa comunidad existente en Guantánamo, de nativos y descendientes de esos orígenes, quienes aún preservan muchas de sus tradiciones ancestrales, como el idioma y la culinaria.
Sus coloridos espectáculos recrean mitos y cantos de los países del área –por ende con raíces africanas- y del sistema mágico religioso de la transculturación en la Isla.
También promueven bailes populares nacionales, campesinos y ancestrales como el Changüí y los géneros de Tumba Francesa, autóctonos de su terruño natal, que por tradición es, junto a Santiago de Cuba, la más cercana a la identidad caribeña.
Al decir del desaparecido maestro Eduardo Rivero, Premio Nacional de Danza, el Folclórico Babul “se caracteriza por la vitalidad, la calidad de sus músicos, bailarines y cantantes no sólo porque el guantanamero vibra por la danza y la siente como suya, sino por el riguroso y sistemático trabajo de entrenamiento, y el estudio indispensable de cada obra”.
Entre sus méritos destacan, además, la colaboración de sus integrantes en la Misión Cultural Corazón Adentro, en la hermana República Bolivariana de Venezuela; las contribuciones a la enseñanza artística y la constante labor comunitaria en el barrio de San Justo.
Del 17 al 23 de noviembre próximos, en celebración del vigésimo cumpleaños, tendrá lugar en los dominios del guaso una temporada danzaria a la que asistirán maestros de la cultura cubana, investigadores, folcloristas, promotores y diplomáticos de Trinidad y Tobago, Haití, el Congo y Sudáfrica.
Según dieron a conocer organizadores de la cita, también participarán compañías de otros cuatro territorios cubanos, que alternarán con Babul en escena, y se sucederán estrenos coreográficos, eventos teóricos, sesiones de canto, toques y bailes; proyecciones de audiovisuales y encuentros comunitarios con descendientes haitianos y anglo-caribeños.
La temporada se denominará Kumbitambor, agasajará a figuras de la manifestación, conmemorará los 50 y 20 años de relaciones diplomáticas cubanas con el Congo y Sudáfrica, respectivamente, y será especial homenaje al llamado continente negro, y reclamo de unidad y amor por la supervivencia de la raza humana, en el contexto de la actual batalla contra el Ébola en esa región.