Nueva Gerona, 9 ago (ACN) La Academia Abel Santamaría, ubicada en el Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, fue uno de los espacios más fecundos de formación ideológica durante el encarcelamiento (1953-1955) de Fidel Castro y el grupo de sobrevivientes del asalto a los cuarteles Guillermo Moncada de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, el 26 de julio de 1953.
Más que una simple iniciativa educativa, esta academia se convirtió en el núcleo donde se gestó una visión revolucionaria que trascendía los límites de los partidos políticos tradicionales.
El primer objetivo que se trabajó desde la academia fue el fortalecimiento del factor unidad entre las fuerzas más radicales y comprometidas de la sociedad cubana: estudiantes, obreros organizados en sindicatos, intelectuales y otros actores sociales que compartían el rechazo a la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), presidente golpista.
Fidel Castro, con una visión estratégica, logró concientizar a sus compañeros sobre la necesidad de unir a estos sectores en torno a un ideal común: la revolución social.
En cuanto a los contenidos estudiados, el marxismo ocupó un lugar central.
A partir de la obra El Capital, de Karl Marx, se discutió el papel de la clase obrera en la producción y la necesidad de que el fruto del trabajo regresara al bien común, no al capital privado; se promovía la idea de la propiedad social sobre los medios de producción, como base para alcanzar la equidad y la justicia social.
Junto al marxismo, el pensamiento de José Martí, Héroe Nacional de Cuba, fue otro pilar fundamental en la formación ideológica de los presos; las ideas martianas sobre justicia, desarrollo social, igualdad y unidad fueron profundamente estudiadas.
Martí, quien había comprendido la importancia de la unidad en la lucha independentista, sirvió de inspiración para consolidar el frente revolucionario.
La experiencia del Apóstol en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y la creación del Partido Revolucionario Cubano fueron ejemplos clave para entender cómo articular las fuerzas vivas de la sociedad en función de un proyecto emancipador.
Por tanto, la Revolución cubana se nutrió de una síntesis ideológica que combinaba el marxismo-leninismo con el pensamiento martiano.
De Lenin —Vladimir Ilich Lenin (1870-1924), político, revolucionario, teórico político y comunista ruso—, se tomaron las estrategias para la construcción del Estado socialista, mientras que Martí aportó el componente ético y nacionalista.
Esta fusión convirtió a la Academia Abel Santamaría en cuna de conciencia revolucionaria, donde se forjaron las ideas que más tarde darían forma al proceso transformador que cambiaría el destino de Cuba.