El privilegio de Frederich Cepeda

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ACN - Cuba
Boris Luis Cabrera | Foto: Fotomontaje del autor
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27 Agosto 2025

La Habana, 27 ago (ACN) Frederich Cepeda no está solo en el diamante. A sus 45 años, con el polvo de mil batallas en la camiseta, la historia le concede hoy un privilegio raro: compartir uniforme con su hijo, Frederich Jesús, en la venidera 64 Serie Nacional de Béisbol.

   Jugar juntos padre e hijo es un suceso poco común, un pasaje reservado a muy pocos dentro de la larga y compleja novela del béisbol cubano. No se trata de un simple registro estadístico, sino de un gesto que ilumina el presente y abre la puerta del futuro.

    Es bien bonito jugar con él en el mismo equipo, es una oportunidad mágica y única que se da poco en la vida de un deportista, confesó Cepeda padre a la Agencia Cubana de Noticias, y en su voz se notaba la serenidad del guerrero que, luego de veintiséis Series Nacionales, sabe medir la magnitud de lo irrepetible.

   El hijo, jardinero izquierdo, ambidiestro como él, ya integra la selección cubana sub-18 que asistirá en septiembre al Mundial de Okinawa. La genética dejó su trazo en la biomecánica de sus movimientos, pero lo demás, asegura el padre, es obra de disciplina, humildad y amor por el juego.

   A medida que pasó el tiempo y él se inclinó por el béisbol, pensaba que esto podría pasar algún día, pero muchas cosas tenían que suceder, recuerda Cepeda, como si cada turno al bate de su vida lo hubiera ido acercando, lentamente, a este presente compartido.

   No es fácil cargar un apellido con tanto peso, y el propio padre lo sabe: “Siempre va a ser difícil llevar el estigma de ser mi hijo y eso no lo cambia nadie, solo debe tratar de ser él mismo y hacer su carrera sin pretender ser nadie más”.

   El muchacho es disciplinado, callado, tranquilo. Todavía niño en muchas cosas, joven con sueños a flor de piel. Mientras tanto, el Gallo Mayor sigue sosteniendo el madero con la misma seriedad caballeresca que lo convirtió en leyenda.

   Líder histórico en imparables, dobletes, extrabases y bases por bolas recibidas, el hombre de la constancia, entrega y palabra medida que dejó huellas en los Clásicos Mundiales, es una enciclopedia viva que camina.

    Que Dios me lo bendiga, que tenga mucha salud y que todos sus sueños se le cumplan… A veces pensamos que los sueños cumplidos son éxito y riqueza, pero la mayor riqueza es la felicidad y la familia, reflexionó Cepeda, como quien deja caer sobre la mesa la frase que resume una vida entera.

   Con los Gallos de Sancti Spíritus volverá a dar batalla, sabiendo que ya no solo juega por sus números ni por la historia que lo reclama. Juega, sobre todo, por ese instante en que dos generaciones coinciden en el mismo césped, como un amanecer en cámara lenta.

   Pero incluso un libro tiene un punto final. Cuando llegue el día en que el gran Cepeda deba dejar el terreno, no se irá del todo: quedará allí, multiplicado en su hijo, en el eco de cada batazo que prolongue su estirpe. 

   De esta manera, en un gesto que parece salido de una parábola, el béisbol cubano confirma que hay herencias que no mueren, solo cambian de uniforme.