¡Yo soy el maestro!

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ACN - Cuba
Oscar Alfonso Sosa I Foto: Vicente Brito/Escambray.
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26 Noviembre 2025

Trinidad, Sancti Spíritus, 26 nov (ACN) ¡Yo soy el maestro! La respuesta de aquella voz casi adolescente, transparente y sin miedo alguno, retumba aún en cada rincón de Limones Cantero, en la serranía de esta localidad; era el 26 de noviembre de 1961 y el nombre de Manuel Ascunce Domenech quedaría inscrito desde entonces en la historia patria.

   Todo el interior del bohío del campesino Pedro Lantigua, en el macizo montañoso conocido como el Escambray, se paralizó ese día: el café a medio tomar, el diálogo ameno y familiar con el alfabetizador; mientras, los integrantes de la banda de alzados de Julio Emilio Carretero también quedaron atónitos ante la fuerza del muchacho.

   Los contrarrevolucionarios llevaban una intención y con esa afirmación ya tenían la certeza de lo que buscaban; de ahí que, como bestias enfurecidas, sacaron de la casa a Manuel, quien con solo 16 años no reveló temor alguno, y al propio Pedro. 

   Al maestro lo acribillaron 14 veces con objetos punzantes, le aplastaron los genitales hasta casi reventarlos, lo patearon y golpearon salvajemente para ahorcarlo después; el campesino, por su parte, se defendió con todo lo que pudo, pero terminó asesinado también.

   Aquel suceso en la finca Palmarito quedó entre los tantos crímenes del bandidismo en Cuba y, de manera particular, enardeció a los miles de jóvenes que como parte de las Brigadas Conrado Benítez llevaban la luz de la enseñanza a los más intrincados escenarios de la Isla.

   Como a todo el pueblo cubano, lo sucedido en aquel paraje de la geografía trinitaria le dolió al contingente de educadores, el cual multiplicó fuerzas y prosiguió sin pausas su batalla, la de eliminar el analfabetismo en un país que comenzaba a tejer una nueva historia desde el primero de enero de 1959.

   El crimen fue una de las acciones terroristas cometidas por las bandas financiadas y bien armadas por la Agencia Central de Inteligencia y, que bajo el amparo del gobierno de los Estados Unidos, cobrarían la vida de casi 200 civiles, incluidos los jóvenes que ascendieron el lomerío para enseñar a leer y a escribir a sus habitantes.

   Nacido en 1945, Manuel Ascunce Domenech se sumó a la brigada de educadores siendo miembro ya de la Asociación de Jóvenes Rebeldes y siempre fue consecuente con los principios inculcados en su hogar y que forjaron su personalidad.

   Aproximadamente un mes después de su muerte, concluyó en la nación caribeña la campaña de alfabetización.