La Habana, 23 nov (ACN) El mes de noviembre 59 años atrás llegaba a Bolivia un hombre con espejuelos, sin melena ni barba, con la mirada centrada en la unidad latinoamericana y las ansias de continuar su camino revolucionario por la región.
La habitación 304 del hotel Copacabana en La Paz, capital boliviana, acogió al uruguayo Adolfo Mena González, quien llegaría cuatro días después a Ñancahuazú y escribiría en su icónico diario “hoy comienza una nueva etapa”.
Lo que sucedió luego está inscripto en la historia como una guerrilla que combatió al dictador René Barrientos y terminó con las manos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos ordenando el asesinato del Comandante Che Guevara.
Ni muerto y desaparecido pudieron sus verdugos impedir que su imagen recorriera el mundo como iluminación permanente por la justicia y la libertad de los oprimidos de la tierra.
El 9 de octubre de 1967 en la pequeña escuela del poblado de La Higuera lo asesinaron, luego de su captura herido y por su empecinamiento de no dejar abandonados a sus compañeros de lucha, le cortaron las manos, lo mostraron como trofeo de guerra y escondieron su cuerpo, hasta que en 1997 un equipo forense encabezado por el doctor Jorge González Pérez (Popi) descubrió el enterramiento.
Desde 1988 en Santa Clara, en el centro de Cuba, se levantó el Complejo Escultórico para rendir homenaje al eterno guerrillero, quien protagonizó la batalla de esa ciudad a finales del año 1958 cuando descarriló el tren blindado que llevaba refuerzo del gobierno de Fulgencio Batista a sus desacreditadas tropas en el oriente cubano.

El 17 de octubre de 1997, 30 años después, llegaron los restos de Ernesto Guevara de la Serna para descansar junto a su batallón de refuerzo en el Memorial santaclareño, y mirando al sur permanentemente la escultura inmensa de José Delarra (La Habana 1938-2003) perpetúa su figura con el brazo en cabestrillo, tal y como entró a Santa Clara.
Desde ese octubre de 1997 hasta la fecha cuatro millones 562 mil 692 personas de todas las latitudes fueron a rendir homenaje al legendario Comandante y sus compañeros de combate, y cerca de seis millones ya visitaron el sitio desde su apertura en 1988, contó Joyce Castro, especialista principal del Complejo Escultórico.
La experta explicó que los visitantes manifiestan admiración y respeto por el guerrillero, recorren el museo que narra la historia del niño que fue, del joven intrépido, del estudiante de Medicina que recorrió el continente en motocicleta, del médico del yate Granma, y del primer Comandante de la Sierra Maestra, descubriendo a cada paso su impronta y tenacidad.

Uno de los puntos de Motivos Cubanacan, recorrido en el cual participaron unos 80 turoperadores, agentes de viaje y comerciales de naciones de América Latina como Argentina, Bolivia, Colombia, México y Perú, además de la prensa especializada, fue la visita al Complejo Monumental, símbolo de la resistencia e internacionalismo.
Volver al Che siempre, es la máxima cuando se ponen los pies en el centro de Cuba, porque constituye inspiración y aliento. Esta vez el pensamiento de los visitantes coincidió en que su mirada, desde lo alto del pedestal, está más vigilante.
Tal vez porque un día como hoy, en 1966, iniciaba su diario: "creamos un observatorio..."
