Nueva Gerona, 11 ene (ACN) Martha Matos Ramírez es una de los miles de jóvenes que llegaron a la entonces Isla de Pinos en las décadas de 1960 y 1970 del siglo pasado para materializar las transformaciones económicas y sociales que demandaba la Revolución, tras el paso del huracán Alma en junio de 1966.
Hoy, a sus 74 años, recuerda con nostalgia y orgullo esa etapa crucial de su vida y la comparte con la Agencia Cubana de Noticias.
Crecí en el poblado de Mabay, en la actual provincia de Granma, allí conocí de cerca los peligros de la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista, relató Martha, quien tuvo vecinos y familiares que integraron las filas del Movimiento 26 de Julio y del Ejército Rebelde.
La colaboración de la mayoría de los residentes con los barbudos de la Sierra Maestra era un secreto a voces, cuando triunfó la Revolución apenas tenía 9 años, pero eso no fue impedimento para comprender el nacimiento de una nueva era en la historia de Cuba, afirmó convencida la septuagenaria.
A los 14 años, Martha se unió a las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y asumió con entusiasmo cada tarea, tuvo el honor de ser seleccionada para ascender el Pico Turquino e integrar el Contingente de Jóvenes que realizó el primer recorrido "Por la Ruta de Maceo", culminando en El Cacahual, sitio donde descansan los restos del General Antonio Maceo el “Titán de Bronce”.
Rememoró que fue precisamente en el histórico sitio de Mangos de Baraguá, en un acto político, donde el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016) nos convocó a integrar la Columna “Seguidores de Camilo y Che”.
Era el año 1969, cuando nos trasladamos a la entonces Isla de Pinos para impulsar las tareas agrícolas.
Su primera estancia fue en un campamento ubicado en la finca Peralejo, cerca del poblado La Demajagua, allí fue nombrada jefa del batallón femenino de la Columna Juvenil del Centenario. Trabajaron intensamente en la siembra de cítricos, en la atención a cultivos varios y en el desarrollo de la ganadería.
Como miembro profesional del Comité Municipal de la UJC, Martha atendió durante dos años los sectores del transporte, la construcción y las comunicaciones, al respetco dijo que “compartir con los jóvenes trabajadores de los Comités de Base, conocer sus inquietudes, sus metas, sus desvelos, me ayudaron a crecer como dirigente política y como persona”.
La motivación de construir la llevó a capacitarse como operaria de grúas, para participar en la construcción de edificios de viviendas en los nuevos repartos y en las escuelas en el campo.
Tuve el privilegio de participar en muchas de las obras de choque que protagonizó la juventud en esta Isla, en ese sentido, destaco con particular orgullo un momento sobresaliente: la construcción de la torre de televisión, culminada en 1971.
Esta tarea de choque logró erigir una antena que reproducía la señal de los dos canales nacionales, permitiendo a los habitantes del territorio disfrutar de las transmisiones televisivas, comentó.
Otros trabajos y responsabilidades enriquecieron después mi vida como militante del Partido Comunista de Cuba y como dirigente administrativa, tanto en el sector de la Educación como en el de la Cultura, expuso Martha. Pero mis años de trabajo para transformar la Isla no los cambio por nada y los atesoro como los mejores de mi existencia, acotó.