El Abra y José  Martí un legado familiar en Isla de la Juventud (+ Video)

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ACN - Cuba
Linet Gordillo Guillama | Foto: de la autora
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17 Mayo 2025

Nueva Gerona, 17 may (ACN) Conversar con Beatriz Gil Sardá es un privilegio para quienes desean explorar la rica historia de Isla de la Juventud, especialmente sobre la estancia de José Martí en la finca El Abra, propiedad de su bisabuelo, el catalán José María Sardá y Gironella. 

   La investigadora del Centro Municipal de Patrimonio compartió detalles, en exclusiva con la Agencia Cubana de Noticias,  sobre esta significativa página de la historia local y nacional, así como acerca del surgimiento del Museo Finca El Abra, declarada Monumento Nacional desde 1978.

   Relató que José María se estableció con su familia en Isla de Pinos en 1868. En La Habana, gestionaba diversos negocios como contratista y era concesionario de la sección La Criolla de las canteras de San Lázaro. 

   Precisamente allí fue enviado José  Martí con los 16 años edad, acusado de infidencia contra el poder colonial español, apuntó.

   Recordó, que por aquel entonces Mariano Martí (padre del joven), trabajaba en la aduana de Batabanó, donde llegaban lotes de tejas y ladrillos fabricados en los tejares pineros de Sarda para sus obras en la capital. 

   A pesar de que la relación entre Sarda y Martí padre no era muy cercana, la intervención de amigos comunes y una carta de Leonor (madre)  al Capitán General resultaron en la conmutación de su pena de seis años de trabajos forzados por el destierro a España, expuso.

   Mientras se tramitaba su deportación, Sardá acogió al joven Martí en su finca para que recuperara su salud deteriorada. Aunque su estancia fue breve, poco más de dos meses, su bisabuela Trinidad Valdés Amador lo cuidó con esmero materno. La exuberante naturaleza del lugar contribuyó otro tanto, explico. 

   Precisó que tras la partida de Martí al exilio, Doña Trina se convirtió en la guardiana de los objetos que habían pertenecido a su entrañable huésped.

   Con particular devoción, atesoró un crucifijo de nogal que él le envió desde España en agradecimiento por los cuidados que le prodigó, objeto que permaneció sobre la cabecera de su cama hasta el momento de su muerte, dijo.    

   Agregó que también conservó cartas y objetos personales utilizados durante su estancia.

   Al fallecer Doña Trina, su hijo Elías heredó la finca familiar. Aunque él no había nacido cuando Martí estuvo allí, se comprometió a honrar su memoria. Para eso recopiló objetos y documentos relacionados con el Héroe Nacional de Cuba. 

    En la década de 1940, el juez Waldo Medina, asentado en Isla de Pinos promovió la creación de patronatos y colectas públicas para obtener fondos necesarios para restaurar este sitio histórico, devastado por los ciclones de 1926 y 1944. Así se constituyó El Abra en el primer museo pinero y Elías en su primer museólogo, enfatizó.

  Significó que desde entonces, los objetos custodiados por la familia se han enriquecido con donaciones y adquisiciones que incluyen documentos, fotografías y herramientas que recrean la vida en la Finca durante la estancia de José Martí. 

   Es importante destacar que los miembros de la familia Sardá han sido siempre los encargados de velar por el patrimonio del museo. "Es algo que llevamos en nuestro ADN", afirmó Beatriz.

    "El hecho de que Martí haya compartido el techo de nuestra familia nos llena de orgullo infinito; es un tesoro que compartimos y que no estamos dispuestos a perder", concluyó.