Sandino, Pinar del Río, 25 nov (ACN) A unos 15 kilómetros de la cabecera del municipio de Sandino, en el extremo más occidental de Cuba, Blanca Lidia Gutiérrez recuerda a diario a Fidel Castro (1926-2016), por la posibilidad de que sus hijos estudiaran.
Ella casi arriba a sus ocho décadas y bien sabe de las limitaciones existentes antes de 1959 para acceder a una carrera universitaria, privilegio que han tenido muchos porque cambiaron los destinos de la Isla hace 66 años.

Mi hija es licenciada en Economía y mi hijo técnico medio en Mecánica, aunque se dedica a los trabajos en el campo; y nada de eso hubiera sido posible sin la Revolución, aseguró a la Agencia Cubana de Noticias desde su finca Ciego Corojo, perteneciente a la cooperativa de créditos y servicios Rafael Ferro.
Blanca Lidia vive a unos metros del sitio donde naciera Lina Ruz, la madre de Fidel, en 1903, y custodia los cedros plantados allí en ocasión del cumpleaños 90 del Comandante.

Desde hace nueve años, cada 25 de noviembre no puede evitar pensar con tristeza en Fidel, un hombre al que considera grande y cuyo legado no podemos dejar morir.
Por eso acudieron hoy estudiantes de la escuela pedagógica Rafael Ferro, trabajadores de la prensa y de Cultura del municipio para recordar a quien, más allá de su partida física, aún vive entre los cubanos.

Para Yarlon Ramos García, alumno de tercer año de enseñanza primaria, el líder de la Revolución permanece en cada joven que lucha por sus sueños y por el futuro de este país.
Siempre quise ser maestro y en mi escuela he podido materializar mi anhelo, que contribuye a sostener una conquista de esta nación y que tiene la huella de Fidel, dijo el joven de 18 años de edad.

Aquel 25 de noviembre él no murió, sino que se ubicó más cerca del corazón de cada hombre y mujer nacido en la mayor de las Antillas, apuntó.

