Yoandy Rodríguez Porra: un joven que ama la tierra

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Yainerys Avila Santos
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02 Mayo 2016

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A los 23 años cuando Yoandy Rodríguez Porra pidió un pedazo de tierra en usufructo, algunos de seguro lo tildaron de loco.
   Han pasado ocho primaveras y este muchacho sencillo y de andar ligero ha hecho de su finca, ubicada en el municipio de Cabaiguán, en la provincia de Sancti Spíritus, una de las más prósperas de la región.
   Y mire que aquí en esta zona todo el mundo “se faja” con la guataca desde que amanece, confesó a la ACN quien, además, sobresale por la práctica de técnicas agroecológicas que le permiten conservar el suelo y lograr producciones más limpias.
   En un constante ir y venir por sus predios, Yoandy vela por cada detalle: el barrido de los patios, la alimentación del ganado, la rotación del sistema de riego, la “salud” de los cultivos, pero sobre todo del tabaco que durante meses cuidó con recelo para garantizar cada hoja.
   Pese a estos ajetreos que se inician al amanecer y se extienden hasta entrada la noche, todavía queda tiempo para llegarse a la vivienda de vez en cuando, “a darle una vueltecita” a sus dos niñas pequeñas y a la esposa, “su brazo derecho”, como la llama cariñosamente el joven, en alusión a la ayuda y el apoyo que siempre le ha brindado.
   Quienes desandan cada vericueto de su parcela, aprecian la convivencia de plantaciones de yuca, malanga, plátano, cebolla y algunos frutales como el mango y la guayaba, cultivos que rota periódicamente para garantizar el autoabastecimiento de la familia y preservar la tierra.
   Pero la joya de su finca, perteneciente a la Cooperativa de Crédito y Servicios Nieves Morejón, lo constituye el tabaco tapado, una tecnología que ha cultivado siempre por tratarse de una siembra más limpia y que le reporta mayores dividendos, pese a los requisitos que exige.
   La primera vez –dijo Rodríguez Porra- apenas planté 10 mil posturas y prácticamente sin tener conocimiento, lo que me obligó a estudiar mucho y a intercambiar con otros conocedores del entorno, porque aquí lo que se sobra es tabaco y de la mejor calidad, apuntó.
   Ahora tengo dos hectáreas y este año la producción rondó los 80 quintales, subrayó, pero no se piense que es fácil, hay que darle la atención que lleva y cuando la pida.
  A mí no me gusta que los trabajadores maltraten la hoja, precisó Yoandy, quien señaló que a la tierra hay que sentirla, amarla.
    Tal vez por esa cercanía con la Madre Naturaleza, desde hace dos años su finca pertenece al movimiento agroecológico que promueve la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, un proyecto que le ha permitido mejorar la calidad de vida de los obreros y de la familia.
   Para nosotros –significó Rodríguez Porra- constituye una prioridad la protección del suelo, por eso hemos insistido en las cercas vivas para delimitar las áreas y los contornos de la propiedad, en los pastos y en las barreras alimenticias formadas con el kingrass, las cuales sirven a su vez para proporcionarle comida a los animales.
   Lo que a todos maravilla por estos lares es la importancia que este joven le concedió a la instalación de un biogás, fuente de energía renovable que le facilitó humanizar las labores hogareñas y emplear los desechos de la ganadería para preservar el medio ambiente.
   Esto es una maravilla, acotó a la ACN con el orgullo propio de quien se sabe un hombre afortunado, y a la mujer la ayuda mucho en la cocina “porque aquí desde que se echó a andar esto, solo se cocina con gas”.
   Al fondo de las instalaciones puede observarse también un molino de viento que contribuye al ahorro de energía en la extracción agua, sobre todo en época de sequía, cuando deben redoblar los esfuerzos para alimentar al ganado e irrigar las plantaciones.
   Mientras transcurre la conversación, Yoandy supervisa cada actividad de la finca; ahora, con una taza de café en las manos, tampoco se ha sentado ni un segundo, un síntoma tal vez del ímpetu de este mozo que ha hecho de la tierra un motivo más de alegría en su  vida.