Producir alimentos es tarea de máxima prioridad para el campesino Ricardo Vega, quien desde hace seis años está al frente de la finca familiar San José, en la provincia de Santiago de Cuba.
Junto a su esposa e hijas, este santiaguero vive en el municipio de Contramaestre, donde -a pesar de la intensa sequía- labora con resultados en la producción porcina, de aves, y siembra de plátano, frijoles, tomate y yuca.
Con la tradicional sencillez y modestia de los campesinos cubanos, Ricardo, graduado como Ingeniero en Telecomunicaciones, empezó en 2006 con 40 precebas como respaldo a la convocatoria de la Revolución sobre la imperiosa necesidad de producir alimentos, y hoy convenia mil animales.
El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos, fue la frase martiana que le vino como anillo al dedo para empeñarse en la inversión que muestra su "conuco", el cual está en el grupo selecto de los mil cerdos. Allí la crianza es una ciencia constituida y los resultados se deben a su aplicación.
La alimentación correcta según la etapa y edad para proteger la proteína que se importa y brindar una dieta balanceada, constituye una de sus prioridades, dijo, y agregó que no los baña a menudo porque baja la temperatura corporal y la retoman gastando con la comida, convirtiendo una parte en carne y otra para quitarse el frío.
Su profesión es la matriz, lo aprendido trabajando al Estado al graduarse deviene su bastón de apoyo, porque sabe contabilizar, controlar, someter a experimentos las ideas, aunque todo no ha sido logros, confiesa, pues se han cometido errores pero salimos adelante entre mis conocimiento universitarios y lo que me enseñan los guajiros, precisa.
Tiene cinco trabajadores, de ellos recibe mil pesos al mes el que menos gana. También usa la asesoría de especialistas en el manejo adecuado de la masa, por eso no le ha pasado por la mente dejar de criar esos animales, afirmó.
Es que Ricardo asume el reto diario consciente de que existen dificultades, pero las enfrenta, así surgió de sus manos la micropresa, el molino de granos y patios especiales para la cría de aves. Este año asimilará dos mil patos más para la venta en Santiago de Cuba, ya que es una carne rica en proteínas.
Procesa las excretas en un biodigestor, lo cual permite la protección del medio ambiente y utiliza el biogás en la cocción de alimentos con una buena llama. Además, prevé invertir para ofrecer ese combustible a 100 casas de su barrio Anacahuita, donde cocinan con leña, expresó su esposa, Yolanda Rodríguez.
Explica Ricardo Vega que, recién concluido el 2015, aportó más de 200 toneladas (tn) de carne y siente satisfacción y orgullo de su nuevo compromiso con la cooperativa y el pueblo: entregar 300 tn, lo cual es posible.
Sigue empeñado en el acopio de cultivos varios, la atención a la cosecha del plátano, además de realizar su pequeña contribución a los hogares maternos, hospital y escuela especial de su localidad, donde con tanto amor y gratuitamente atienden a su pequeña Claudia María.
Esa es parte de la sencilla vida de Ricardo, quien afirma con alegría que nada de lo que hace sería posible sin el apoyo de su esposa, su único hermano, padres, tíos, primos y su organización campesina.