Principios y combate en la hoja de ruta de Manuel Sanguily

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ACN - Cuba
Marta Gómez Ferrals
98
21 Enero 2025

El relevante intelectual cubano Manuel Sanguily y Garrite, político de oficio, pedagogo y periodista, falleció hace 100 años en La Habana, el 23 de enero de 1925, con la honra de haber sido un patriota entero, iniciado en los campos de batalla libertarios desde la primera guerra comenzada en 1868 hasta la Guerra Necesaria.

   Ya en la campaña, conocida como Guerra de los Diez Años, ese criollo nacido en la ciudad capital el 26 de marzo de 1848, hijo de franceses, ganó el grado de Coronel del Ejército Libertador, en coincidencia de su forja como uno de los periodistas más lúcidos y sobresalientes de su tiempo.

   Lo distinguieron, además, una bien mostrada valentía en campos de lucha y en el manejo de la pluma, cimentando una integridad moral mantenida mientras tuvo aliento.

   Fue, igualmente, un hombre de acción durante toda su vida y también resultaron múltiples los frentes en los cuales  demostró talento brillante e ingenioso, y probado patriotismo.

   Durante su fecundo desempeño en la carrera política cultivó la oratoria, la crítica histórica y literaria; y la rama de la enseñanza. Un gran humanista en el sentido lato de la palabra.

   Se sabe que en su juventud alcanzó el grado de coronel  en las filas de la legendaria caballería camagüeyana al mando del Mayor Ignacio Agramonte.

   A pesar de su entrega a los combates intensos de la contienda pudo encontrar tiempo y voluntad para adquirir vasta cultura humanística y se ganó aún en vida el honor de estar entre los clásicos del periodismo cubano, algo no suficientemente recordado hoy.

   Cuentan que clasificaba como estudiante aventajado en el colegio El Salvador, fundado por el eminente pedagogo José de la Luz y Caballero, donde primero estudió y luego enseñó en las asignaturas de Gramática y Literatura.

   Se incorpora pronto a la gesta libertaria iniciada el 10 de octubre de 1868 en unión de su hermano Julio, quien llegó a alcanzar el rango de Mayor General.

   De aquellos días se recuerda su declaración: “(…) Combatimos por la vida, no por la muerte”, publicada en el periódico patriótico La Estrella Solitaria en abril de 1876, en el cual colaboraba bajo el nombre de Otto.

   Luego de su estreno como soldado mambí al mando del insigne Mayor, peleó más tarde junto a Máximo Gómez y Antonio Maceo, quien lo apreció de manera especial como soldado e intelectual.

   Medio centenar de acciones combativas se cuentan en su hoja de servicios a la Patria y se destacó en batallas tan notables como las de La Sacra, Palo Seco y la de Las Guásimas.

   Cumplió los deberes de representante a la Cámara de la República en Armas por el Departamento de Occidente (1874), puesto en el que fungió hasta principios de 1875, debido a su renuncia para integrar las tropas de Máximo Gómez que habían avanzado hasta predios de Las Villas.

   Ese mismo año, en junio, acompañó al Generalísimo en el encuentro que sostuvieron con el Mayor General Vicente García con el fin de acabar con la sedición de Lagunas de Varona, en la cual García estaba implicado.

   El 16 de enero de 1877 salió junto a su hermano Julio, del que era entonces ayudante, a cumplir una misión fuera del país, para reforzar el apoyo a la causa cubana con la organización de expediciones armadas.

   Durante su estancia en Nueva York los sorprende el Pacto del Zanjón y el posterior fin de la guerra, pese a la oposición valiente del General Antonio Maceo.

   La causa de su tierra natal estaba en su sentir y pensar de manera constante, por lo cual desde el extranjero seguía muy vinculada a ella. Luego de la arrancada de la Guerra Necesaria se dirigió a Tampa y otra vez a Nueva York para seguir coordinando el apoyo de los paisanos emigrados a la revolución continuada por evocación de José Martí.

   Regresa a la Patria en octubre de 1898, donde resultó investido como delegado del Segundo Cuerpo de Ejército a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur.

   En Cuba hervía la indignación popular y de los mambises por el ultraje de la intervención foránea en los finales de la contienda, etapa llamada de manera insultante guerra hispano-cubano-norteamericana.

   Sanguily, durante el cónclave de Santa Cruz, fue miembro de la Comisión encabezada por el Mayor General Calixto García. Más tarde viajó a Estados Unidos -a fines de ese año- para gestionar el licenciamiento del Ejército mambí. Desde 1901 muestra públicamente su verticalismo político cuando se opone, como delegado a la Asamblea Constituyente, a la Enmienda Platt impuesta por Estados Unidos a Cuba.

   Se mantuvo siempre en su obrar combativo, defendiendo los valores y derechos de sus coterráneos y su tierra intervenida.

   Escribió para numerosos medios connotados de su tiempo y en 1910 estuvo en la nómina de fundadores de la Academia de la Historia de Cuba.

   Era exponente de juicios profundos y críticos que una vez escritos en géneros periodísticos mostraban la admirable belleza formal, que marcaba su estilo y lo hacía ganar adeptos.

    Su vida le permitió desempeñar cargos administrativos de importancia en diferentes gabinetes de Gobiernos de la República, dentro de la cual algunos buenos mambises como él lucharon sin poder alcanzar plenamente sus objetivos.

   En 1917 debió alejarse del ajetreo político por motivos de salud y fallece unos ocho años después, dejando una estela remarcada en el libro del honor y las luchas del país.