¿Por qué me quieres con el corazón?

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Marta Hernández
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12 Febrero 2017

12-corazon.jpgLa celebración, cada 14 de febrero, del Día de los Enamorados conlleva que este mes llegue inundado en rojos corazones como íconos eternos del más universal de los sentimientos.
Esos dibujos, muchas veces enlazados en finas cintas multicolores no faltan en los presentes que por tradición se intercambian ese significativo día.
El origen radica en que desde tiempos ancestrales el órgano vital devino sinónimo de vida, los egipcios lo consideraron centro de las emociones humanas.
Civilizaciones orientales como la india, china y japonesa, desde milenios mantenían la idea de que en el cuerpo existen unos chakras o puntos de “energía vital universal inmensurable”, de los cuales, el que se halla a la altura del corazón, simboliza el amor y la compasión.
En la medicina tradicional china, el corazón es considerado el emperador del cuerpo, en el se establece el tono y dirección a seguir para el resto de los órganos del sistema.
Los orientales prestaron poca atención al corazón físico y casi exclusivamente se centraron en su espíritu, conocido como “shen”.
Según el “Clásico del Emperador Amarillo”, el más antiguo texto conocido en la Medicina China, la fuerza del shen, es fundamental para la buena salud: “Si el shen está fuerte, el cuerpo estará fuerte; Si perdemos shen, el cuerpo perecerá”.
Numerosos criterios actuales todavía sostienen que el amor nace y se mantiene en el corazón, muchos afirman que cuando ven a la persona amada los latidos se aceleran, y también cambian el ritmo si temen que el enamorado los va a abandonar.
La realidad dista mucho de estas y otras afirmaciones, porque realmente el amor se origina, junto a otras emociones humanas, en el cerebro, justo en el llamado sistema límbico, un conjunto de estructuras importantes que incluyen el hipocampo y la amígdala, entre otras.
Científicos de la Universidad de Concordia, en Canadá, refieren que esta región controla una serie de funciones, incluidas las emociones, conducta, atención, el estado de ánimo, la memoria, el placer y la adicción.
Dicen los estudiosos que fue muy difícil ubicar el lugar exacto donde se incentiva el amor, porque a diferencia de otras emociones "concretas" como la ira o el placer, el amor es mucho más complejo y abstracto y parece involucrar muchas áreas del cerebro.
Otras investigaciones demuestran que el enamoramiento se produce debido a la acción de ciertas hormonas, como la serotonina o la dopamina, que crean la irremediable necesidad de volver a ver a la persona amada.
Afirmaciones de expertos en fisiología humana ratifican que el amor es ciego, y sobre bases científicas relatan que suprime la actividad en áreas del cerebro que controlan el pensamiento crítico.
Varios estudios científicos demuestran que, cuando los seres humanos se enamoran, la parte frontal del cerebro, donde se generan los juicios de valor, reduce su capacidad de evaluar el carácter y la personalidad del ser amado.
Tanto el amor romántico como el maternal producen el mismo efecto sobre esa región cerebral, suprimiendo la actividad neuronal asociada a la evaluación crítica del prójimo y a las emociones negativas.
Una vez conocidos estos datos, la mejor confesión amorosa este 14 de febrero debía ser “ te amo con todo mi cerebro”, y los corazones, en lugar de ser rojos, podrían mostrar los surcos y circunvoluciones cerebrales, desde donde emerge el más universal de los sentimientos.