Por Maritza Padilla Valdés
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09 Enero 2022

Las hay pequeñitas, medianas, grandes y todas inofensivas, pero la irrupción de una rana en cualquier escenario provoca en la mayoría de las personas repulsión y hasta pánico, sin embargo, pocos conocen que ese curioso y polifacético anfibio, puede ser fascinante.

Las hay pequeñitas, medianas, grandes y todas inofensivas, pero la irrupción de una rana en cualquier escenario provoca en la mayoría de las personas repulsión y hasta pánico, sin embargo, pocos conocen que ese curioso y polifacético anfibio, puede ser fascinante.

Se desconoce el tiempo que lleva habitando la tierra, no obstante, según páginas digitales, gracias a fósiles encontrados en el periodo jurásico, se calcula que lleva poblando el mundo desde hace más de 140 millones de años.

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Aquí, su presencia es muy común, y tras todo ese tiempo de convivencia aun es temida, sobre todo por las féminas, mientras otros las adoran, como el caso de una vecina pinareña que permitió la estancia en su casa de una pareja de los saltadores animalitos, a los cuales “bautizó con los nombres de Tito y Tita”.

Y así entre amantes y detractores transcurre su existencia, en tanto se desconoce el tiempo de vida de los cerca de cuatro mil tipos de ranas existentes en el orbe, pero sí se sabe de ejemplares que sobrepasaron los 30 calendarios. Todos tienen algo en común: los ojos saltones y grandes patas que le permiten llegar a lugares insospechados, de acuerdo con textos virtuales.

Su piel, muy permeable, es importante para ella, pues propicia los intercambios de gases respiratorios de ese “anauro”, con predilección por los insectos, el agua y los grandes saltos. Dicho sea de paso, las ranas son capaces de saltar más de 30 veces su tamaño y longitud.

La rana de Borneo, considerada el anfibio más adherente del planeta; la subraza indonesia carente de pulmones, que respira por la piel; la llamada rana cornuda de Surinam, con esos pequeños “adornos” en la cabeza y la nombrada punteada, primer anfibio fluorescente conocido, con esa peculiaridad también en sus líquidos internos, despiertan el asombro por su rareza.

También hay otro de estos animalitos, la Centrolenidae, casi transparente, pues la capa de su piel es tremendamente fina, por lo cual la denominan, además, Cristal y permite observar totalmente su estructura y órganos vitales.

Confirman espacios digitales a su vez, que existe la rana Goliath, con medida de hasta 33 centímetros y peso de tres kilogramos; otras carecen de oído, pero escuchan y todas pueden ver en varias direcciones a la vez, por su vista delantera, trasera y hacia los lados.

Quienes huyen de las ranas, solo con contemplar en fotos la faz de la Goliath, de seguro sentirán escalofríos en el cuerpo y deseos inmensos de emprender carrera y no detenerse hasta la Antártida, único lugar en el mundo donde la rana no habita.