La suerte de los expedicionarios sobrevivientes del yate Granma, que desembarcaron el dos de diciembre de 1956 y fueron sorprendidos y dispersados por el ejército batistiano tres días después en Alegría de Pío, comenzó a cambiar una noche de luna clara en un lugar con nombre profético, en la finca El Salvador, donde Cinco Palmas crecieron juntas e identificaron a la zona cercana al firme de la Sierra Maestra.
Tras el combate de Alegría de Pío, los futuros guerrilleros se dividieron en más de 20 grupos perseguidos por la soldadesca con la orden expresa del dictador Fulgencio Batista de asesinar a cada expedicionario, y muy especialmente al Comandante en Jefe Fidel Castro e incinerar su cadáver y esparcir sus cenizas al viento.
Luego de 10 días de marchas por terrenos desconocidos y acechados por el enemigo, el 16 de diciembre arribaron a Cinco Palmas Fidel Castro, Universo Sánchez y Faustino Pérez, y fueron recibidos por Ramón Pérez Montano, campesino dueño de la mencionada finca y miembro de la red de colaboradores organizada para apoyar a los revolucionarios.
Raúl Castro llegó al lugar el 18, junto a Efigenio Ameijeiras, Ciro Redondo, René Rodríguez y Armando Rodríguez.
Años después, el General de Ejército comentó su encuentro con Fidel: “Me dio un abrazo y lo primero que hizo fue preguntarme cuántos fusiles tenía, de ahí la famosa frase: "Cinco, más dos que tengo yo, siete. ¡Ahora sí ganamos la guerra!”.
La valiente disposición de esos primeros colaboradores, dirigidos por Celia Sánchez, que ayudaron al incipiente Ejército Rebelde fue fundamental para que ocurriera el histórico reencuentro en Cinco Palmas.
Eran humildes campesinos de instinto rebelde contra el régimen de explotación y miseria que asolaba los campos de Cuba. Entre ellos se destacaban Crescencio, Mongo e Ignacio Pérez, Guillermo García, Hermes Cardero, Primitivo Pérez y Laurel Pérez. Con el arribo el día 21 de Juan Almeida, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Ramiro Valdés, Francisco González y Reinaldo Benítez aumentó el pequeño contingente que el 25 de diciembre inició la marcha hacia lo intrincado de la Sierra Maestra en una columna integrada por los expedicionarios sobrevivientes y varios campesinos recién incorporados.
A menos de un mes del histórico encuentro en Cinco Palmas, esa columna rebelde libraría el primer combate victorioso en la toma del cuartel de La Plata, cuya observación iniciaron el 16 de enero de 1957 y ya en la madrugada del 17 lo tomaron, con lo cual comenzaba a hacerse realidad la famosa profecía del Comandante en Jefe en Cinco Palmas: "Cinco, más dos que tengo yo, siete. ¡Ahora sí ganamos la guerra!".
A partir de ahí empezaron a fortalecerse en cuanto a parque, armas, combatientes y a librar combates contra el ejército batistiano, a veces en condiciones en que solo el arrojo, la audacia y valentía eran capaces de suplir las desventajas ante el enemigo y asestarle golpes devastadores. (Por Jorge Wejebe Cobo, ACN)