Por muy desafiantes que sean las condiciones meteorológicas, Jareld Parra Hernández se toma su tiempo para el ritual personal a la hora de encender la maquinaria pesada de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Salinera Las Tunas, en el municipio Puerto Padre, una especie de saludo hacia el amigo de todos los días o un diálogo silencioso antes de acometer la faena.
A los 18 años ya galopaba las moles de hierro como si en ello le fuera la vida, 22 calendarios después encuentra en ese sitio de aire salobre una realización individual difícil de describir con palabras, porque nacen tan adentro que son los ojos, esas ventanas del alma, los encargados de anunciarle al mundo tales sentimientos.
“Resulta una tarea dura porque hay que hacerla al sol, bajo la lluvia, al sereno o como sea, pero se siente bien y te digo, sin duda alguna, trabajar en la sal es lo mejor que me ha pasado”, reconoció.
Con manos hábiles y una mente presta a encontrar soluciones, pese a las diversas limitaciones de los momentos actuales, Parra Hernández además de operar los equipos de carga, también los repara y cuida como a un ser querido que batalla contra el dios Cronos.
“Ese carro es parte de mi familia también, estoy más tiempo con él que en la casa”, apenas atina a pestañar cuando habla de su compañero metálico, sufre las roturas en carne propia y se transmiten el cansancio uno al otro hasta reencontrarse en otra nueva jornada.
A Jareld se le localiza fácil, si entre el cúmulo de cristales se hace extrañar el rugido de los motores, entonces, deambula por el taller, dispuesto a aportar alguna idea o a ensuciarse de grasa una vez que los engranajes “ponen la cosa fea”.
“Siempre estamos haciendo algo por salir adelante, inventando las piezas, haciendo lo que sea necesario, de ahí hemos ingeniado la adaptación del motor del cargador, todo el sistema de velocidad, el sistema hidráulico y otras innovaciones que van saliendo por el camino”.
Detrás de los arreglos del puertopadrense le han secundado los premios de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR), así como la condición de Mejor Trabajador de la UEB tunera en cinco oportunidades consecutivas y otras dos de la Empresa Nacional de la Sal (Ensal), una racha activa hasta el presente curso.
Sin embargo, el regocijo lo encuentra en el funcionamiento preciso de cada buldócer, justo cuando se sienta y toma el control de las cuchillas, además de maniobrar con el volante entre sus manos.
La trayectoria laboral del entrevistado, cuenta con una única parada y aunque lo incierto forma parte del destino, él aboga, porque no sea el último, pues en ese horizonte de la costa norte del Balcón del Oriente localiza la felicidad de quien ama lo que hace, por ello las horas de entrada y salida suponen un segundo plano, lo importante radica en cumplir con la actividad.
Aun cuando la estancia en el hogar en ocasiones se vea afectada, Jareld confiesa de dónde se nutre de la fuerza suficiente para sumergirse en nuevos propósitos “si no fuera por la familia nada sería posible, lo significa todo para mí”.