No ha existido una trinchera de lucha de Cuba, amenazada y agredida, que no haya contado con el apoyo de los pueblos, incluido el de Estados Unidos donde una creciente red solidaria expresa el mayoritario deseo de poner fin al bloqueo y normalizar las relaciones entre los dos países sobre la base del respeto mutuo.
Fueron momentos trascendentales en el afán de coordinar acciones internacionales cada vez más efectivas: los encuentros nacionales, regionales, continentales y las dos conferencias mundiales de solidaridad con la isla, efectuadas en 1994 y 2000, en La Habana, y presididas por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Eran los complejos años 90 del pasado siglo en el Período Especial luego de la desintegración de la URSS y el campo socialista cuando Cuba quedó sola con su proyecto socialista. El imperialismo estadounidense y la reacción internacional apostaban por la caída de la Revolución cubana, pero su pueblo no se doblegaba.
En noviembre de 1994 Fidel se dirigía a los más de tres mil delegados al Primer Encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba que procedentes de 109 naciones viajaron al territorio caribeño a patentizar su admiración y agradecimiento por la obra revolucionaria.
Durante su intervención en la clausura del foro Fidel señalaba:
“Me admira mucho la capacidad del hombre para la bondad, para el sacrificio y para la generosidad, y siempre que recibimos a un visitante en este país, lo observo, lo analizo, trato de calar cómo piensa, cómo siente, y es ininterrumpida mi admiración por tantos valores humanos…
El bloqueo se convirtió, en punto central de este evento… El imperio no comercia con mercancías en relación con Cuba, pero sí quiere exportar ideas, y las peores ideas… el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo…
Hemos sido solidarios con el mundo, no nos corresponde hablar de esa solidaridad… La presencia de ustedes aquí demuestra que las ideas justas viven, que las ideas nobles viven, que los valores viven. Y hay que multiplicar esas ideas y esos valores como Jesucristo multiplicó los peces y los panes ...”
El entonces presidente del Icap, Sergio Corrieri, expresaba: “el movimiento de solidaridad es más que un hecho hermoso y noble, para nuestro pueblo es como una recompensa a sus esfuerzos y sacrificios, como un agua fresca en medio del fragor de estos años duros…”
