El municipio holguinero de Moa es mucho más que níquel y tierra roja, pues la calidad humana de la gente que la habita hace de este territorio un sitio al que muchos visitantes deciden regresar.
Y el mayor ejemplo de ese deseo de reencontrarse con los pobladores de ese terruño, de empaparse del olor a azufre, a minerales y de empolvarse de rojo, lo dio Fidel Castro.
Olvidado y encerrado sólo en una cúpula económica que respiraba níquel, Moa era un poblado donde las carencias materiales y de servicios básicos hacían del lugar un oasis para establecerse antes de 1959.
Pero el Triunfo de la Revolución del primero de enero de aquel año trajo consigo aires de esperanza, pues los habitantes de esa localidad confiaban en que el líder cubano se encargaría de revertir la precaria situación de los moenses.
Fue el 27 de agosto de 1966, luego de tres días de estancia por Baracoa y Guantánamo, cuando Fidel visitó por primera vez Moa.
En el recorrido desde la Ciudad Primada, se detuvo para conversar con los vecinos y trabajadores de Cayo Güin, Madre Vieja, Nibujón, Santa Rita, Santa María, Taco Bay, Yamanigüey, Mina Piloto y Potosí, asentamientos donde siempre encontró el cariño y la admiración del moense de entonces y por siempre de todo ese asentamiento minero.
Ya en la fábrica de níquel y en la planta de lixiviación, recibió una amplia explicación acerca del proceso productivo de la industria niquelífera, mientras que en el parque Pedro Soto Alba, dialogó con el pueblo y señaló la necesidad de desarrollar el local.
Fue allí donde expresó: “Haremos de Moa una comunidad vanguardia de trabajadores socialistas”, realidad palpable hoy en todas las esferas socioeconómicas de ese entorno holguinero.
En 1973, recién creada la Región Minera, Fidel esbozó los planes de desarrollo del norte de oriente después de los convenios firmados con la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en diciembre del año anterior.
Una década después el líder histórico de la Revolución Cubana volvió a visitar la tierra roja del nordeste holguinero, pero para conocer la marcha del desarrollo socio-económico en la región minero-metalúrgica, y orientó crear una infraestructura social que permitiera la rápida terminación de todas las obras industriales que allí se ejecutaban.
Un año más tarde llega nuevamente a Moa, acompañado de una delegación del gobierno de la posteriormente extinta URSS, presidida por el ministro Nikolai Rizhkov, quien asistió en Cuba a la 39 sesión del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME).
En esta ocasión visitó el Combinado Mecánico del Níquel, en Construcción, e inauguró frente a la actual fábrica de níquel Comandante Che Guevara la plaza Guerrillero de América y el conjunto monumentario, en homenaje al Guerrillero Heroico.
El 15 de octubre de 1986, el invicto Comandante volvió a Moa e intercambió con dirigentes del gobierno central, de la provincia y el municipio, y precisó orientaciones para la puesta en marcha de la fábrica Ernesto Che Guevara.
Fue este, según los trabajos investigativos de la destacada historiadora y periodista María Julia Guerra, el último encuentro de Fidel en territorio moense.
Pero su legado en tierra roja se mantiene tal y como comenzó con aquella primera visita en los albores de la Revolución.
El sigue desandando la industria niquelífera, escudriñando en cada detalle de las plantas y sus procesos fabriles y recomendando ideas en aras de desarrollar un territorio que hoy es orgullo para los holguineros y fuerte pilar en la economía cubana.