Un análisis del liderazgo de Fidel Castro durante el paso de ciclones tropicales revela un patrón de mando directo, movilización masiva y una obsesión por el detalle, que marcó su gestión en el enfrentamiento de desastres naturales en Cuba.
El líder histórico de la Revolución cubana se erigió, como el eje central alrededor del cual giraba la respuesta nacional ante la furia de los huracanes, con un estilo, caracterizado por la inmediatez, la presencia física en el ojo de la crisis y una minuciosidad extrema, dejó una huella indeleble en la cultura de la Defensa Civil cubana, reconocida internacionalmente por su efectividad."Ir para allá ya"
Mientras la mayoría de los gobiernos coordinan las labores de emergencia desde oficinas y centros de mando, la estrategia de Fidel era la participación, su consigna parecía ser la de llegar al lugar del desastre casi al mismo tiempo que los vientos amainaban.
Los cubanos le atribuyeron alguna vez poderes divinos. Aseguraban que era capaz de desviar las amenazas de tales eventos, y que el país “tenía un arma secreta”.
Dicen que era un caza huracanes, otros pensaron popularmente que hasta los fenómenos meteorológicos lo respetaban. Eso escuché desde niño y sinceramente me acostumbré a verlo con un puntero preguntando al doctor José Rubiera hasta el más mínimo detalle.
Tras el paso de Michelle en 2001, uno de los más intensos de las últimas décadas, el Jefe de la Revolución se presentó en la provincia de Matanzas apenas el fenómeno lo permitió.
Recorrió comunidades inundadas, habló con los damnificados y evaluó personalmente los daños en la agricultura y la infraestructura, no fue una excepción, sino la regla, también cuando el Lili en 1996, fue visto en la central provincia de Villa Clara, caminar caminando sobre los escombros, mientras se realizaban las primeras labores de recuperación.
Esa presencia física no era meramente simbólica, constituía el centro operativo de la nación y desde el terreno, daba órdenes directas a ministros y generales, movilizaba recursos de las Fuerzas Armadas y los ministerios con una celeridad que burocracias más formales difícilmente podrían igualar.
"¡Comandante, se llevó todo! ¡No nos quedó nada!", exclamó una damnificada. Fidel, en lugar de limitarse a un discurso de aliento, se dirigió a ella por su nombre de pila, preguntándole por los detalles de su vivienda y la seguridad de sus hijos.
Tenía esa capacidad única de lograr una empatía inmediata, de calmar con la mirada y trasmitir confianza.
Sus intervenciones posteriores a los huracanes eran largas y detalladas, y mezclaba análisis macroeconómico con instrucciones específicas.
Para él, la recuperación no era solo una tarea de reconstrucción, sino también un asunto de seguridad nacional, la respuesta a un huracán se asemejaba a una "batalla" que había que ganar.
Movilizaba a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y a la juventud, a la vez que creaba una fuerza de trabajo masiva para la limpieza, la reparación y la redistribución de recursos.
Tras el huracán Flora en 1963, uno de los más mortíferos de la historia cubana, que causó más de mil muertes, la experiencia traumática llevó a la creación del actual Sistema de Defensa Civil.
Fidel impulsó personalmente su desarrollo, al comprender que el país estaba condenado a convivir con estos fenómenos.
Este sistema, perfeccionado durante décadas, es hoy el pilar que explica el casi nulo número de víctimas mortales en Cuba ante huracanes de gran intensidad, comparado con otros países del Caribe.
El legado de Fidel Castro en la gestión de este enfrentamiento es dual, por un lado, dejó establecido un modelo de respuesta rápida y centralizada, con un líder máximo tomando el mando directo, que resultó en una movilización social y recursos sin paralelo en la región.
Su enfoque preventivo y de participación masiva constituye un caso de estudio en el nivel internacional.
Los protocolos, la cultura de la prevención y la estructura de la Defensa Civil que él ayudó a forjar, permanecen como su principal herencia en la lucha de Cuba contra los huracanes.
