En La Mejorana prevalecieron los principios

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Jorge Wejebe Cobo| Foto Archivo
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05 Mayo 2016

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El  cinco de mayo de 1895, los principales dirigentes de la insurrección iniciada el 24 de febrero de ese año, José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez se reúnen en la casa del administrador de la colonia de cañas del ingenio La Mejorana, en la actual provincia de Santiago de Cuba, para definir la estrategia inmediata de la Revolución y la organización de sus instituciones.

Del encuentro no trascendió un acta oficial,  aunque las notas que hizo el Apóstol  expresan que el intercambio  fue tenso.

De una parte estaba la idea de Martí y Gómez basada en un equilibrio de poderes en un gobierno con “el Ejército, libre, y el país, como país  y con toda su dignidad representada”, mientras el Titán de Bronce se pronunció por  establecer para la conducción de la guerra  una junta de generales  con una secretaría general.

En esa ocasión  salieron a relucir  las contradicciones de la contienda de 1868 entre el Gobierno en armas y la dirección de la guerra por los jefes militares, sin la intromisión innecesaria de la Cámara de Representantes, y que Martí tuvo siempre en cuenta para fundar el Partido Revolucionario Cubano en 1892  con el fin de evitar la desunión y  el caudillismo.

También Maceo reflejó disgusto con los otros dirigentes por la designación de Flor Crombet al frente de la expedición que lo había traído desde Costa Rica.

Además, la misteriosa desaparición  de las cuatro páginas que faltan del Diario de Campaña del Maestro, después de su muerte, correspondientes al seis de mayo, coadyuvó a que se plantearan muchas  interrogantes sobre lo que exactamente sucedió en La Mejorana

Estas sumas de circunstancias en que ocurrió el encuentro, originaron los enigmas  que en ocasiones son más tratados con diversas elucubraciones  que con el gran  significado histórico  del hecho, al margen de cualquier otra circunstancia anecdótica ignorada, pero que no cambia la trascendencia de La Mejorana como paso definitivo en la consolidación  de la Guerra Necesaria.

Al parecer también  en el intercambio se abordó la extensión de la insurrección hacia el occidente, lo que prefiguró la futura campaña invasora  que llevaría la llama libertaria hasta Pinar del Río.   

La permanencia del Delegado en la manigua o su partida para el exilio a garantizar el apoyo logístico y político a la causa independentista probablemente fue tratado en el encuentro, aunque Martí tenía el propósito reflejado en los escritos de sus últimos días de vida  de llegar hasta Camagüey.

En la reunión se logró  que, a pesar de las discrepancias, Maceo estuviera de acuerdo con el envío de cuatro delegados por la provincia de Oriente  a un futuro evento para decidir la organización  de los órganos de poder en la manigua, tal como lo concibió el Apóstol en sus proyectos del PRC.

Otro momento significativo del encuentro fue la aprobación por el Titán de Bronce del Manifiesto de Montecristi.

Al  llegar el momento de la partida de  Gómez y Martí, este último escribió: “Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos”, en tanto Maceo salió para su campamento sin invitarlos a que lo acompañaran.

Sin embargo, al otro día Maceo recapacitó y los llamó a  su cuartel y los presentó a la tropa para expresarles de alguna forma sus disculpas. Los tres próceres fueron vitoreados por los soldados y oficiales después de que el Maestro  les dedicara un encendido discurso sobre los planes de la Revolución.

La historia se encargaría de demostrar que los principios y el amor por la independencia de la Patria  unieron de manera leal e inquebrantable a estas tres  grandes figuras, por encima de diferencias temporales ante el duro bregar y el reto que significó dirigir la guerra.