En 1895 el cubano Blas Fernández O’Hallorans, propietario de una fábrica de tabacos en Tampa, Estados Unidos, era dueño de unafortuna alcanzadacomo pionero en el negocio tabacalero, pero trascendió en la historia de su país no por su talento empresarial,sino como el fiel patriota que hizo posiblela llegada a la Isla del mensaje secreto que inició la Guerra Necesaria.
La forma segura de enviar la orden a Cuba, firmada por José Martí el 29 de enero de 1895, asombra por su simpleza y genialidad, al ser reproducida en un fino papel para mandarla envuelta en un tabaco de la misma configuración de los producidos en la época. De esta forma quien lo llevara tenía la posibilidad de destruirlo en caso de peligro al fumarlo y desecharlo ante las mismas narices de los agentes españoles.
Según las versiones de la época, Gonzalo de Quesada y Aróstegui fue el portador y viajó a Tampa antes de enviarlo a la Patria, y allí decidió contactar en su fábrica a Fernández O’Hallorans, quien torció personalmente cinco tabacos exactamente iguales, pero el que contenía el mensaje fue identificado por dos manchas amarillas en su capa superior.
El puro marcado iría junto al resto en el bolsillo del conspirador Miguel Ángel Duque De Estrada para ser entregados en La Habana a Juan Gualberto Gómez, para que este hiciera llegar la orden de alzamiento al resto de los jefes conspiradores, los cuales la cumplirían el 24 de febrero de 1895.
Ese nuevo año vaticinaba ser el peor para José Martí y sus planes independentistas, cuando las autoridades estadounidenses alertadas por el espionaje hispano, ocuparon en enero un gran cargamento de armas y varios barcos dispuestos en el Puerto de la Fernandina, en La Florida, destinados a llevar a la mayor de las Antillas expediciones e iniciar la insurrección, con lo cual se perdieron más de dos años de ingente preparación en el acopio de toneladas de municiones y pertrechos militares.
Pero a pesar del descalabro material del plan insurreccional, la prédica martiana de intransigencia y unidad entre los independentistas, su genialidad en la organización del Partido Revolucionario Cubano, pudo más que el revés, que paradójicamente se convirtió en una prueba de la capacidad y liderazgo de Martí, junto a Máximo Gómez y Antonio Maceo para hacer realidad el inicio de la lucha por la independencia.
Recuperado el Apóstol del golpe que significó el descubrimiento del llamado Plan de la Fernandina y apoyado por Maceo y Gómez decidió seguir adelante con los planes de alzamiento general, y el 29 de enero se reunió en Nueva York, en el domicilio de Gonzalo De Quesada, secretario del Partido Revolucionario Cubano, presente en el encuentro, con José Mayía Rodríguez, representante del Generalísimo Máximo Gómez, el General Enrique Collazo, representante también de la Junta Revolucionaria de La Habana, y otros patriotas, para de conjunto decidir el envío de la orden de alzamiento.
El documento sería remitido a Juan Gualberto Gómez en La Habana, jefe de los planes revolucionarios en la Isla, quien debería hacer llegar el mandato a los restantes líderes en especial en el Oriente a Guillermón Moncada, Bartolomé Masó y a Pedro Agustín Pérez, quienes esperaban deseosos junto a grandes partidas de conspiradores la hora de partir al monte.
En la orden se “[…] autoriza el alzamiento simultáneo […] de las regiones comprometidas […] durante la segunda quincena —y no antes— del mes de febrero”. Se insistía en que se “[…] considera peligroso y de ningún modo recomendable todo alzamiento en Occidente, que no lo efectúen a la vez que los de Oriente […]”, teniendo en cuenta las características del movimiento revolucionario en esas zonas, y se reafirma la voluntad de la emigración de aportar “[…] los valiosos recursos ya adquiridos y la ayuda continua, incansable del exterior […] en la certidumbre de que la emigración entusiasta y compacta tiene hoy la voluntad y capacidad de contribuir a que la guerra sea activa y breve”.
Luego de cumplir con el último deber en el extranjero, José Martí viajó a Santo Domingo y firmó con Gómez, el 25 de marzo el Manifiesto de Montecristi y en compañía del Generalísimo y otros cuatro patriotas desembarcaron por Playitas de Cajobabo el 11 de abril.
Transcurridos unos días, el cinco de mayo ocurrió el encuentro de ambos líderes con Maceo, el cual había desembarcado poco antes.
El 19 de mayo Martí cayó en combate en Dos Ríos, a los 42 años de edad, después de haber cumplido parte de la obra de su vida al hacer posible el alzamiento armado, que se inició con aquel mensaje oculto en un tabaco elaborado por el patriota cubano Blas Fernández O’Hallorans, sin que levantara ninguna sospecha.